En el 115 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, es importante recordar que, en México, la educación es un derecho social ganado por el pueblo, que constitucionalmente se crea como una garantía universal, gratuita, laica y democrática. Como construcción histórica y política, ese derecho hoy se encuentra bajo ataque con la emergencia de las nuevas derechas y ultraderechas, que, si bien en México no son gobierno, sí actúan.

La ultraderecha actúa a través de fundaciones, grupos financieros, Think Tanks, grupos religiosos, principalmente pentecostales, en un marco nacional, pero con una fuerte articulación internacional. Destaca la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), que reúne a partidos, gobiernos y líderes de extrema derecha de América Latina y Estados Unidos. De los Think Tanks con fuerte capacidad de acción organizativa, capitalizados e influyentes, destacan Atlas Network, la Heritage Foundation, el Manhattan Institute, el Claremont Institute, la Koch Foundation, Scaife, Olin y Bradley.

Estas redes que se han presentado como “Sociedad Civil”, en realidad se convierten en Aparatos Privados de Hegemonía (APH). Empeñados en una “guerra cultural” como estrategia para instalar en el sentido común dominante de la sociedad sus valores, y para lograr ese objetivo, la educación pública y principalmente las universidades públicas son un espacio fundamental para su actuación, porque es ahí donde se forma la fuerza de trabajo que reclaman: profesionales flexibles con amplias capacidades, pero acríticos.

Debatiéndose en una contradicción: desprecian a las universidades públicas por lo que representan para las sociedades como espacios críticos y de creación de saber y ciencia, pero acuden a ellas como lugares de reclutamiento de adeptos para su proyecto.

En su dilema, si no pueden tomar el control de estas instituciones, incursionan en su destrucción en una táctica por etapas: desprestigio, ahorcamiento presupuestal, destrucción de la vida colegiada, generación de un clima de temor, violencia y odio hacia la discrepancia, para instalar medidas punitivas y de vigilancia, segmentando a sus comunidades y acrecentando el autoritarismo.

Esto nos ayuda a entender el interés de generar inestabilidad en la UNAM, manifiesta en los últimos meses, con las amenazas de bombas en sus facultades y escuelas, con incursiones violentas de grupos de encapuchados.

Recordemos que en la concepción de los grupos de ultraderecha no hay derechos sociales, sino tres derechos individuales, “naturales”: a la vida, a la libertad y a la propiedad.

Así, el paradigma del liderazgo y emprendedurismo, las neurociencias y la educación emocional, los tradicionales valores de familia, la consolidación del “capitalismo de plataformas”, y la financiarización de la vida son aspectos que se imponen de la mano de los valores conservadores negacionistas, patriarcales, racistas y antidemocráticos que promueven.

Hoy en México estamos ante un grave peligro: la desaparición de la educación como un derecho social. Como la construcción histórica y política que nos permite tener esperanza de futuro, un gran reto es recuperar el sentido de la educación como proyecto social transformador, emancipador, a ello debemos responder las comunidades académicas, estudiantes, profesores, el magisterio democrático, las y los científicos, los sindicatos democráticos y sobre todo el gobierno de la cuarta transformación.

Profesora de la Facultad de Economía, UNAM e integrante del Centro de Análisis de Coyuntura, Económica, Política y Social (CACEPS). caceps@gmail.com

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios