La libertad es uno de los valores que más se han nombrado durante la última semana en nuestro país. Sin duda, esto es una alerta para todos, porque no nos podemos acostumbrar al miedo y tampoco podemos vivir acosados.

La libertad es signo de la dignidad de la persona humana. En la medida en que dejamos de buscar o pretender el bien se nos olvida gradualmente el principio de solidaridad, de justicia y búsqueda de la verdad. La libertad es entonces, como dice Enrique Krauze, un valor cardinal, no es el único valor pero es sobre el que hay que poner nuestro empeño para preservarlo. La libertad es indispensable para que desde ahí podamos luchar por los otros bienes, por la justicia y por la democracia, por ejemplo.

Hoy, vemos señales de que nuestra libertad está amenazada en México. Sólo basta hacer un gesto que pueda ser interpretado como manifestación de inconformidad, para empezar a sentir el poder del Estado.

Tengamos cuidado, cada vez que no reaccionamos o que asumimos una posición pasiva frente a cualquier atentado a la libertad y, particularmente, a la libertad de expresión, somos nosotros mismos los que acabamos cediendo nuestros espacios de expresión.

Se atenta contra la libertad cuando se cancela el derecho a la asociación política de más de un cuarto de millón de mexicanos y mexicanas que se atrevieron valientemente a organizarse y a cumplir todos los requisitos de ley para dar origen a una voz distinta, para dar origen a una visión de conjunto que nos permita construir el México que todos necesitamos.

Se atenta contra la libertad cuando desde el poder se reprime una manifestación pacífica. No tiene sentido utilizar ese desplante de fuerza pública contra una manifestación que estaba constituida pacíficamente. Se atenta contra la libertad cuando los intelectuales son acusados, despreciados y criticados y tienen que publicar un desplegado sobre el ejercicio de la libertad de expresión. Se atenta contra la libertad cuando, desde el poder, se obliga a los empresarios a participar “en una rifa” como fue la del no avión o se les “avisa” que no pueden o deben cooperar con tal o cual causa. Se atenta contra la libertad cuando se presiona, desde el poder, a los órganos autónomos y a quienes deben decidir imparcialmente y se les conmina a actuar en contra de la ley y en contra de los derechos ciudadanos. Se atenta contra la libertad cuando se erige un discurso oficial que minimiza los derechos de las mujeres y sus denuncias, cuando se elimina toda posibilidad de actuar en favor de la seguridad y la libertad de las mujeres. En fin, se atenta contra la libertad cuando un asunto tan complejo y que toca el tejido más sensible de nuestra sociedad como lo son las motivaciones de quienes han tomado las instalaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos se maneja tan mal, despreciando siempre el tema principal: la seguridad de las mujeres mexicanas.

Todo esto pasa hoy en México. Las alertas son para todos, porque también ponemos en riesgo nuestra propia libertad cuando entramos en esa espiral de silencio que significa la omisión, la cobardía de callarse frente a la injusticia. Una espiral de silencio que no nos permite ser solidarios ni valientes y que, en consecuencia, nos vuelve agresores.

Debemos entender todos que la libertad es un bien público que el Estado debe proteger y nosotros —como pueblo— debemos defender. Y más vale que nombremos la palabra Libertad, una y otra vez, antes de que cantemos aquella canción de protesta de Gian Franco Pagliaro, que sólo podemos nombrar la Libertad “cuando oscurece, cuando nadie nos ve”.

Abogada

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