Hace más de un año escribí sobre el giro populista que vivimos ahora en México y que se instala cada vez con más fuerza a través de los actos de poder de los que nuestro país ha sido víctima. Todos y cada uno de los elementos que los académicos refieren como esenciales para calificar a un gobierno de populista están claramente expresados en la vida política de nuestro país. Voy a referirme a dos elementos:

1. En un sistema populista las ideas no son importantes. Lo importante es generar control mediante la división. Por eso nos abruman todas las mañanas con distractores, linchamientos públicos, temas intrascendentes, burlas y descalificaciones al propio pueblo de México. Quizá vivimos uno de los momentos de mayor división entre los mexicanos porque no hay una sola invitación a dialogar o reflexionar. El gobierno de Morena promueve claramente un discurso de odio y, para ello, la mentira ha sido uno de sus instrumentos favoritos.

Este año, al menos, tendremos dos momentos claros y precisos que servirán y serán utilizados para introducir el veneno del odio en la sociedad que el gobierno dice querer gobernar: la revocación de mandato y la reforma energética.

La revocación de mandato es una figura hecha a modo para el actual presidente, si a alguien le ha convenido el proceso de revocación del mandato es exactamente a él, pues vive de la división, del discurso de odio y de la mentira. Se trata de una figura en sí misma divisoria.

Esta figura que, por cierto, no es democrática sino plebiscitaria, divide las opiniones de una buena parte de la población que requiere reflexionar un poco más si no quiere que todo esto se convierta en un caos. Hace unos días escuchaba descalificaciones de unos contra otros por la figura de la revocación, lo que hace evidente que estamos a punto de entrar a una batalla de odios que puede tener repercusiones de mayor riesgo

Aunque he tomado ya la decisión de no acudir a votar, es cierto que ésta debe ser platicada entre los ciudadanos.

El otro momento de polarización será la discusión de la Reforma Energética. La sola exposición de motivos de la iniciativa está cargada de descalificaciones. En el primer párrafo, se señala que el objetivo de la reforma del año 2013 (en la que participaron a favor varios senadores y diputados de Morena) tenía como objetivo “el despojo, la desaparición de las empresas Energéticas del Estado y el otorgamiento de beneficios ilimitados al sector privado”. Es evidente el carácter maniqueo, reduccionista, beligerante y antagónico del discurso. Una propuesta que contiene estos elementos en su lenguaje no puede ser sometida a discusión en el congreso simple y sencillamente porque, amén de partir de premisas falsas, no da posibilidad alguna al diálogo. Entrar a discutir una iniciativa de ley que parte del postulado ético de que los “otros” son los malos y de la supuesta bondad del proponente es imposible.

Desde luego que esta polarización no da lugar a la racionalidad porque al gobierno de Morena no le importan las ideas, ni el diálogo, ni los niños con cáncer ni las mujeres; ni el medio ambiente, ni las universidades, ni los centros de estudios… sólo le importa el poder.

2. Ataca la libertad de expresión. Los agravios claros contra la libertad de expresión han sido evidentes en todos los sectores y grupos; empresarios, abogados, universitarios, científicos, sacerdotes, pastores, periodistas, a todo aquél que pueda representar un obstáculo a la voluntad de poder del gobierno. Frente a estos ataques no podemos callarnos, tenemos que volver a preguntar por el CIDE, por la UNAM, por lo que sigue pasando en todos los centros de ciencia y tecnología. Anular la libertad es eliminar al valor fundamental de la democracia.

Habrá que resistir con inteligencia, con corazón y con valentía.

Diputada federal

 

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