Los mexicanos nos sentimos atrapados, se ha ido apagando la luz. No ha sido fácil para nadie. La vorágine de los cambios que ha generado Morena no les permite ni a ellos mismos pensar. Parece que generar escándalos por cualquier motivo se hubiera convertido en la regla y, desgraciadamente, es la única que tienen porque carecen de método para todo lo demás, además de que no alcanzan a reflexionar en lo que hacen y las consecuencias de lo que está pasando.
Nos sentimos atrapados porque, a pesar de algunos valientes esfuerzos —desorganizados, por cierto—, no hemos logrado dar claridad a la oscuridad que se despliega poco a poco, pero con rapidez. El fraude en la elección de los miembros del Poder Judicial ha sido una de las peores líneas de la historia postdemocrática de nuestro México.
Respecto de esta elección fraudulenta que ni los agitadores morenistas se atreven a defender podemos decir que todo estuvo mal. El origen fue una iniciativa de López Obrador que tuvo como razón de ser el rencor y la violencia. La iniciativa no pudo siquiera discutirse porque tanto el Instituto Nacional Electoral como el desastre que tenemos de Tribunal Electoral le regalaron a Morena una sobrerrepresentación que nunca obtuvo por el voto popular. A partir de esta infame sobrerrepresentación todo sucedió, con base en traiciones lograron los votos en el Senado de la República y luego, como si los escándalos fueran pocos, un ministro de la Suprema Corte traicionó a su gremio y a su historia para entregar todo el poder a una sola persona y terminar así con la división de poderes.
Está oscureciendo, pero todavía hay pequeñas luces que nos permiten vernos a la cara y reconocer cuando otro mexicano nos dice “no nos vamos a dejar”. Veo, sin duda, destellos que están ahí o que se van encendiendo, doy solo cinco ejemplos:
1. Los cinco votos de las y los consejeros del Instituto Nacional Electoral que no estuvieron de acuerdo con que la elección se considerara válida.
2. La presentación de múltiples juicios de inconformidad hecha no sólo por los partidos políticos sino por observadores electorales, ciudadanos, candidatos y candidatas que participaron en el supuesto proceso electoral. Especial mención merecen las organizaciones ciudadanas como Laboratorio Electoral, Poder Ciudadano, Defensorxs, Projuc y Laboratorio para la Democracia.
3. La magistrada electoral Janine Otálora.
4. La ministra de la Corte Margarita Ríos Farjat, quien presentó un proyecto valiente sobre la prisión preventiva oficiosa.
5. El que Karla María Estrella defienda su derecho de libertad de expresión pese al ataque del Estado Mexicano por expresar su opinión.
Oscurece en el paisaje mexicano pero, justamente por eso, no podemos dejar que se nos apague nuestra propia luz. Razones sobran.
NOTA: los esfuerzos de paz requieren, antes que nada, que conozcamos y comprendamos lo que pasa en México. De esta forma podemos hacer mejor uso de ellos.
Diputada federal. @Mzavalagc