En días pasados, los mexicanos hemos rebasado un límite en nuestra vida política, hemos pasado un umbral que implica poner en peligro los derechos y las garantías de todos los ciudadanos. Somos gobernados por un grupo que ha decidido violar el Derecho en aras de imponer sus puntos de vista. Hace 10 días la Cámara de Diputados votó y aprobó, una reforma de ley notoriamente anticonstitucional. Lo sabían los diputados de Morena, sabían perfectamente que violaban la Constitución y, aún así, la votaron. Como dice Diego Valadés: “Estamos pasando a otra dimensión: la anticonstitucionalidad”. Este acontecimiento rebasa los límites de lo jurídico.
Además, como si esto no fuera suficiente, en los últimos 10 días pasaron otras cosas, señalo sólo tres:
1) Hace tres días, cuando se enteró que el Inai presentaría una Acción de Inconstitucionalidad contra la ley que nos obliga a entregar nuestros datos biométricos, el presidente avisó que prepara una iniciativa de ley para terminar con los órganos autónomos.
2) En la Cámara de Diputados, la Comisión Instructora que inicia las declaraciones de procedencia, decidió proceder contra un gobernador de oposición y, contradictoriamente, posponer el juicio contra el diputado federal de Morena que abusó sexualmente de menores de edad.
3) En el Poder Judicial está pendiente la resolución de la Ley de la Industria Eléctrica, la de hidrocarburos, la de telecomunicaciones, en la que nos obligan a entregar a una empresa nuestros datos biométricos y, por otro lado, le envían un “recado” a uno de los jueces más aplaudidos por su autonomía e independencia: la UIF (Unidad de Inteligencia Financiera) lo está investigando, a él y a su familia.
Todos estos hechos y circunstancias llevan a la vida política a otra dimensión. Es como si Morena hubiera decidido llevar el quehacer político a un universo paralelo que implicara anular años de progreso democrático.
Más allá de nuestras propias ideologías, de nuestras naturales diferencias, debe unirnos el propósito común de salvar a México de lo que ya muestra claramente el rostro de una dictadura. Analizado académicamente, nada impide que hablemos ya de un panorama dictatorial, de la instalación y progresión de un neopopulismo que nos pone a todos en peligro.
El objetivo de esta elección es claro: los ciudadanos tenemos que terminar con esa mayoría que, abierta y decididamente, pretende romper el orden constitucional y con el Estado de Derecho, lo que no significa otra cosa que cancelar nuestros derechos.
Esa es la prioridad y esa debe ser la mayor razón que ha de tomarse en cuenta a la hora de emitir nuestro voto: derrotar el populismo autoritario que está instalándose en México y, para ello, debemos sumarnos.
Evitemos que, como consecuencia de nuestros actos o nuestras omisiones, se consolide un régimen dictatorial. Estamos a tiempo, muy a tiempo, de evitarlo. Y, aunque suena una tarea titánica, este valladar, este muro que tendrá que oponerse a esa mayoría dictatorial, es precisamente la Cámara de Diputados. Es aquí y es ahora, en las elecciones del 6 de junio de 2021, cuando tendremos la oportunidad de impedir una dictadura. Contamos únicamente con cuatro semanas. Quién sabe si, pasadas éstas, tendremos otra oportunidad.
Si no lo logramos, pasaremos de ser oposición a ser resistencia, y ellos, los del partido Morena lo saben.
No nos distraigamos, tenemos que sumarnos, no vivimos tiempos democráticos, estamos en otra dimensión. Actuemos en consecuencia.