Mirar a las mujeres es también mirar sus historias. Eso no tiene que ver con progresismo o no progresismo, de hecho, me parece hasta evangélico. La marcha de las mujeres del pasado 8 de marzo fue para mí un recuento de historias, uno las podía leer en cada una de las cartulinas que se mostraban y cada denuncia me recordaba a amigas mías y a muchas otras mujeres y familias. Dicen los medios que ésta fue la marcha que rompió récord por el número de mujeres que asistimos. Relato aquí algunas de las causas:

Mamás que hablan de meses y hasta de años de no poder ver a sus hijas o hijos y que sufren violencia vicaria por parte de los papás. Cada historia es entre conmovedora e indignante. Las madres son victimadas porque los padres utilizan a los hijos para vengarse de ellas y, por supuesto, todo esto con la ayuda de un mal abogado en un sistema que ayuda a quienes tienen redes de poder.

Recuerdo a las pacientes de cáncer de mama abandonadas y desatendidas por el Estado Mexicano, así como mamás que han dejado todo por atender a sus hijos con cáncer. No hace mucho el Estado respondía con tratamiento, cura y hasta lograr la reconstrucción y la remisión de las pacientes. Sin embargo, Morena decidió poner fin a los avances en materia de salud y dejó de atender debidamente a miles de mujeres.

Hace unos días en este diario se relató la manera en que corrieron y abusaron laboralmente de mujeres que trabajaron durante años en la Conavim (Comisión Nacional para prevenir y erradicar la Violencia contra las Mujeres). También se denunció el maltrato que por razón de género, se verificó en la Comisión Nacional del Deporte en años pasados. Una señora me dijo que ella marchaba especialmente por las cuidadoras que nunca pueden venir a la marcha porque no pueden dejar a su hijo, a sus padres o al hermano enfermo.

Me solidaricé con las 483 mujeres juzgadoras que fueron cesadas de su trabajo y de su vocación sin respeto alguno. Cada una de estas mujeres formó una heroica carrera judicial porque llegaron sin cuota alguna a ocupar cargos que estaban en esos tiempos reservados para los hombres. Han denunciado esta situación bajo el grito: “¡No llegamos todas!”.

Dejo al final al grupo de las madres buscadoras. Ellas marchaban dignamente mientras de telón de fondo escuchábamos la noticia del crematorio clandestino que había encontrado uno de los colectivos (Guerreros Buscadores de Jalisco). Mujeres impulsadas por la esperanza y cargando con su dolor al Estado Mexicano que no les responde porque no hemos hecho lo suficiente.

Tenemos un gobierno que ha preferido los votos que, a las mujeres; que ha preferido los votos que a los niñas y los niños; que gasta más en votos, que en el bienestar de familias mexicanas. Morena prefiere los votos que la salud misma de la población, lo que al gobierno actual le importa es ganar elecciones, no la seguridad de sus gobernados y con tal de ganar una votación prefiere dejar a un lado la vida misma. Todos venimos de una familia en la que ha sido una mujer el pilar esencial de la vida en común, así que no podemos olvidar que estas historias son también nuestras y no deben sernos ajenas.

A PROPÓSITO: Ese mismo 8 de marzo supimos del fallecimiento de Isabel Miranda de Wallace, cuya lucha inspiró a muchas personas y organizaciones, su activismo fue fundamental para esclarecer el secuestro de su hijo y pavimentó el camino a partir del cual se reformaron leyes, se asignaron presupuestos, se fundaron organizaciones para combatir el secuestro.

Diputada federal. @Mzavalagc

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