Con dinero público fue contratada la empresa que habría de encargarse de la investigación acerca de las causas del accidente en la Línea 12 del Metro. Hace casi un año (junio del 21) la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, nos dio a conocer a DNV como una “empresa líder en el mundo”, experta “en análisis en la investigación de fallas y en certificación de servicios de prueba”; nos dijo que se trataba de una compañía que era “garantía de calidad que opera en más de 100 países” y que “fue fundada en Noruega en 1864”. Así trataban a DNV cuando les presentaba los informes de las primeras fases y al gobierno le parecían adecuados porque hacía responsables a los adversarios internos. Pero las cosas cambiaron.

Ahora, nos enfrentamos a una Claudia Sheinbaum enojada porque el informe de la empresa independiente resultó, en efecto, “independiente” y profesional por lo que no estableció lo que ella quería que se dijera. Ahora, de forma por demás irresponsable, la jefa de Gobierno no sólo desconoce el informe, no sólo inicia la rescisión del contrato, sino que lo descalifica, lo esconde, lo oculta y —por si fuera poco— anuncia una denuncia penal contra quienes administran y son responsables de la empresa DNV. ¿Se imaginan la cara de quienes la dirigen?

Los invito a detenernos y analizar la reacción del gobierno de la capital hacia un dictamen que se supone debe ser “independiente”. Esta reacción es gravísima porque refleja, una vez más y como tantas otras cosas, el autoritarismo que se vive desde el populismo instalado en México. Y no es menor detenerse en este tema que nos obliga a reflexionar sobre el estilo de gobierno populista que vivimos en nuestro país y en nuestra ciudad:

1. La jefa de Gobierno nos está diciendo que si no estamos de acuerdo con ella, que si opinamos distinto a ella, entonces seremos demandados. En un país en el que el gobierno arremete contra la división de poderes, ser demandado significa —además— ser condenado. Se trata de un desplante defensivo, desesperado y absolutamente autoritario y, como es de suponerse, totalmente opaco.

2. El gobierno de la Ciudad de México no es transparente. En lugar de dar a conocer el informe lo descalifica, argumentando que para esta última versión (en la que muy probablemente implicaba al gobierno de Claudia Sheinbaum) el método ya no fue el correcto, llegando incluso al absurdo de afirmar que, además, se trataba de una venganza de una persona que trabajaba ahí. Como no conocemos el informe suponemos que esconde la responsabilidad del gobierno actual con respecto a la falta de mantenimiento de la Línea 12 y que tuvo como consecuencia la tragedia que todos vivimos hace un año.

3. Impera la falta de cultura de mantenimiento. En efecto, la sospecha que todos tenemos con respecto a la falta de mantenimiento en todos los órdenes se fortalece porque este gobierno federal y su copia, el de la Ciudad de México, no previene presupuesto para mantenimiento alguno, sólo tiene o genera presupuesto para obtener votos. Además, todos podemos recordar las imágenes del Metro de la capital por la lluvia del viernes pasado: chorros de agua caían sobre usuarios dentro de los andenes, algunos tuvieron que sacar su paraguas para caminar dentro de las estaciones. Si lo que vemos del Metro no funciona, imagínense lo que no vemos.

El gobierno de la Ciudad de México es injusto con la empresa DNV, pero se comporta peor aún con las y los ciudadanos que vivimos aquí, nos amenaza con su comportamiento y nos oculta la verdad. En estos días legisladores de la oposición estamos pidiendo que se nos dé a conocer el informe que todos pagamos y que tanto disgustó a la jefa de Gobierno; que nos digan la verdad porque siempre la ocultan.

Diputada federal

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