El fortalecimiento de la democracia es una tarea de todas las mujeres y hombres demócratas y la política, en este siglo XXI, tiene que ser el instrumento para conseguirla, porque sólo en esa condición podremos lograr convivir en paz.
A nadie le queda ya duda de que el alcance y nivel democrático que habíamos conseguido corre peligro. Hoy nos queda claro el riesgo que implica dicho peligro principalmente por tres cosas o circunstancias:
1) El discurso de odio instalado y promovido desde el poder que lleva ya meses fuera de control. El lenguaje del Jefe de Estado ha cruzado los límites porque no sólo etiqueta al opositor con el fin de inhibir su libertad, sino que ya ha alcanzado el campo del insulto cuando es el propio presidente quien dice: “¡Que se vayan al carajo!”. Se refería a los que ya antes había etiquetado como conservadores; aunque como leí por ahí en un tuit, queda la duda si mandó a ese lugar a los conservadores o a los médicos mexicanos o al pueblo de México.
2) El constante ataque a la división de poderes se ve reflejado no sólo en la sumisión de los legisladores al Poder Ejecutivo, sino también el del Poder Judicial. Una muestra clara de la desviación de este principio elemental para generar contrapesos en el poder desmedido son los actos de campaña que el propio presidente de la Corte lleva a cabo con la jefa de Gobierno de la Ciudad de México que, además, tiene la peculiaridad de ser la candidata de Morena hasta el momento.
3) Las elecciones locales intervenidas por el gobierno federal y con la amenaza de la injerencia del crimen organizado. A menos de un mes de las elecciones, la delegada del Bienestar en Durango es sustituida por un operador político, operador al que quitaron del área de Becas para ponerlo en Durango a operar ¿los programas sociales? Más bien lo enviaron a operar las elecciones de dicho estado en favor de Morena y con el dinero del pueblo. Claro, todo indica que los candidatos de la alianza van en primer lugar.
Una vergüenza es también la intervención del gobierno federal en la elección de Hidalgo contra la bien posicionada Carolina Viggiano. Al menos dos expresiones en contra del propio Presidente de la República pero, como no les sirvió de mucho, ya lanzaron al ruedo al distinguido personaje Humberto Moreira para embestir a la propia Carolina Viggiano. Así han de estar las encuestas que siguen dando golpes a la candidata de la Alianza “Va por Hidalgo”. Y remataron con el apoyo directo del secretario de Gobernación en pleno mitin.
Otro dato es la intervención del crimen organizado. Éste es un factor que debería ponderar cuidadosamente el Instituto Nacional Electoral . Ya vimos actuar a bandas en los estados del Pacífico en las pasadas elecciones. Pero, además, ya les dijeron que van a defender a los criminales. Mi preocupación aumentó cuando me enteré que, en el caso de Tamaulipas, el candidato de Morena ni siquiera se molestó en asistir al debate, ya que está perdiendo frente a César Truko Verástegui. Es posible que la apuesta de Morena esté en manos de los propios criminales. Quizás por eso tanto mensaje de cariño y de impunidad para ellos.
Así están las cosas en México, la democracia se debilita cada vez que un presidente insulta al pueblo o a parte del pueblo; también se debilita cuando el gobierno federal interviene en las elecciones locales y, peor aún, la democracia se destruye cuando el crimen organizado interviene y se inmiscuye en éstas.
Y si hoy la democracia está en peligro, es crucial saber que hay quienes estamos dispuestas y dispuestos a defenderla desde la tribuna, desde la mesa de diálogo, desde la calle y desde todos los canales dentro de los que nos permitan actuar las instituciones de la propia Democracia.
Por eso debemos ser las y los ciudadanos quienes encontremos no sólo caminos de confrontación política sino lugares de encuentro para podernos poner de acuerdo y a la hora de votar tenemos que fortalecer a quien al menos nos garantiza libertades.