La libertad es un bien público que deberíamos de promover y defender más de lo que ya hacemos. Ese es el deber de las y los mexicanos. La promoción y la defensa de la libertad como bien público nos corresponde a todos, pero especialmente un deber a cargo de la autoridad. A la ciudadanía nos corresponde levantar la voz cada vez que hay un atentado a la libertad. Y lo hay cuando una periodista debe renunciar “dadas las circunstancias”.
En México nuestra libertad de expresión se ha reducido de distintas maneras; la más peligrosa es aquella reducción que genera la autoridad, porque anula la certeza y los valores democráticos y llega a niveles de “autocensura”. Ahora bien, el hecho de que un gobierno sea el primer responsable de la promoción y defensa de la libertad de expresión no le resta responsabilidad a los ciudadanos. Es decir, todos estamos obligados a defender esa libertad que nos permite luchar por los otros derechos.
Esta vez, la lucha por la libertad de expresión tiene nombre y apellido: Azucena Uresti, la periodista y presentadora de noticias para Milenio Televisión. Azucena se despidió con un programa en el que demostró su valentía para denunciar los temas que nos duelen a todos, por ejemplo: mujeres víctimas de la violencia, la lucha de las madres por encontrar a sus hijas e hijos desaparecidos, la amenaza y la violencia constante del crimen organizado, el abandono a Guerrero y las zonas afectadas por el Huracán Otis, el desastre que se ha hecho del sistema de salud; todo lo cual fue congruente con el espacio que brindó a las madres buscadoras y, muchas veces, a la oposición. Los directivos contestaron con un escueto “memo” afirmando que la separación de la conductora fue consecuencia de un “mutuo acuerdo” y que se iba a trabajar a otro medio y no hizo referencia a los 20 años de trabajo de la valiente periodista sino a los cinco años del programa.
En un país en el que la libertad de expresión es amenazada constantemente por las autoridades, los ciudadanos debemos saber leer entre líneas y, sin duda, hemos aprendido a reconocer los matices que nos llevan a distinguir el enorme brazo de poder y complicidad que genera la actual presidencia junto con los propietarios de los medios de comunicación.
Desde aquí mi solidaridad con ella, mi gratitud por su valentía y patriotismo. Pero es importante que caigamos en la cuenta que todos los días, desde el gobierno, se amenaza y anula la libertad de expresión. Esto afecta de manera importante nuestra ya muy débil vida democrática. Todos los días hay “circunstancias” que nos permiten dar cuenta del deterioro del estado democrático y constitucional de derecho en el que vivimos.
En sólo cinco años México ha generado más de 40 periodistas asesinados por el ejercicio de su profesión; es el país donde se persigue a los opositores, es un gobierno que desde los micrófonos del poder provoca linchamientos y burlas a los mexicanos, que los desprecia por pensar distinto; un país en el que el presidente da órdenes para que no se admita la creación de un nuevo partido político (México Libre) y aceptar la creación de los que son afines a su pensamiento; es un país que denuesta todo el tiempo a periodistas independientes y le reclama en público a los empresarios dueños de esos medios; sé de editorialistas y periodistas que les avisaron o concluyeron que tenían que dejar de publicar en determinados medios; además vivimos tiempos de “autocensura” por miedo al poderoso y un gobierno que desprecia a los ciudadanos como nunca se había visto. Estas circunstancias son las que vive nuestro país; por eso es natural que la expresión de Azucena Uresti “dadas las circunstancias actuales” como parte del anuncio de su último día en un medio que ha dado muestras de oficialismo, se interprete como un golpe fuerte a la libertad de expresión.
Lo repito: la libertad de expresión es un bien público que el Estado debe promover y los mexicanos debemos defender.
Diputada federal. @Mzavalagc