“Continuar es claudicar” ha dicho Xóchitl en la precampaña. Quizá ésta sea la frase que nos deba acompañar a cada uno de nosotros, durante estos meses: no vamos a claudicar. No hay momento para claudicar, lo sabemos.
¿Qué es claudicar? Y, si lo hemos hecho, ¿cuándo hemos claudicado? Los sinónimos son “ceder”, “rendirse”, “desistir”, “renunciar”.
Y digo “hemos claudicado”, así en plural, porque es algo que, sin darnos cuenta, hacemos individual o en conjunto, como sociedad. No nos damos cuenta pero, precisamente porque somos resilientes, vamos concediendo con pequeñas rendiciones, que es muy importante que las hagamos conscientes para que no vuelvan a pasar. Pongo unos ejemplos:
- Un ministro renunció al principio del sexenio, no mencionó la “causa grave” y nadie hizo una denuncia ni defendió que una renuncia en esos términos era ilegal en tanto que el cargo de ministro de la Suprema Corte de Justicia es irrenunciable. Nada hicimos aquella vez y, por supuesto, el acto se repitió y, esta vez, corrió a cargo de Arturo Zaldívar y su cínica renuncia. El Senado violó dos veces el artículo 98. Lo más grave es que la Corte debió defenderse, al menos la segunda vez, señalando que, de aceptarse así las renuncias, estamos todos a merced del autoritario y de amenazas externas.
- Hace sólo unos días, una nueva ministra, electa por una sola persona, llega a la Corte y en su discurso inaugural dice que no cree en la propia Corte Suprema de la que ya forma parte. Peor aún, asevera que ella está más legitimada para el cargo de ministro que el resto de sus pares y se dirigió a quienes conforman la Suprema Corte de Justicia, incluidos sus colegas ministros, como si estuviera en una asamblea de su partido, sin la menor consciencia de la dignidad y el respeto que la Corte merece. La opinión pública muestra la incongruencia y esto podría ser, hasta cierto punto, justificable; pero que sus compañeros ministros no la interpelen mientras los está prácticamente insultando es, sin duda, claudicar. Ahí hay una rendición, de momento. Reconocerlo es un paso elemental
- Otro ejemplo son las todas aquellas veces en que acordamos y aceptamos cargos o ayudas del gobierno con finalidad electoral o privilegios personales, que fortalecen al poderoso y que poco le servirán al país.
- Las ocasiones en las que las dirigencias de partidos políticos cometen atropellos y nadie les dice nada porque nadie se atreve a pedirles cuentas o explicaciones.
- Afortunadamente, hay también ejemplos de “no claudicación” como la reforma energética o la heroica conducta de diputados locales de la oposición frente a la decisión de la fiscal de la Ciudad de México, que ha implicado amenazas y hasta detenciones.Desde aquí agradezco su valentía frente a tanta perversión del gobierno.
Lo mejor son las respuestas valientes en grupo y lo peor son las claudicaciones colectivas. Estamos hablando del desánimo comunitario, de la obediencia anticipada, la rendición a priori, el pesimismo que aplasta toda iniciativa. De esa claudicación colectiva es de la que más nos tenemos que cuidar, porque el próximo 2 de junio decidimos el futuro del país.
“Nadie se rinde” dice una organización para niños con cáncer, quizás tenemos que recordar esa frase una y otra vez. Pero para eso requerimos de la esperanza que no podemos poner en el gobierno ni en quienes dirigen las empresas ni a los partidos políticos, sino que está en cada uno de nosotros, en la ciudadanía que sale a las calles, en cada liderazgo que se asume; es la esperanza -como lo dejaría ver Charles Peguy- la que no nos permite claudicar ni rendirnos porque estaríamos entregando nuestro México.
Por eso agradezco a quienes trabajan todos los días, a quienes resisten a las amenazas y a las tentaciones porque construyen la esperanza que necesitamos, agradezco el trabajo de todos los días de Xóchitl y de cada precandidato, también a quienes organizan y asisten a los eventos en Oaxaca, en Los Mochis, en todo el país y el próximo domingo en la Ciudad de México. No nos soltemos porque somos la esperanza y no claudicar.
Diputada federal. @Mzavalagc