De esfuerzos bien logrados también se dio cuenta la semana pasada: 1) el factoraje acordado por el sector privado con el BID; 2) el que no se aprobara el periodo extraordinario para regalarle el presupuesto del pueblo a una sola persona (al presidente); y 3) CCE y Coparmex hicieron un ejercicio muy interesante los días 27, 28 y 29 de abril, al que tuve el gusto de ser invitada y donde participé. Me pidieron tres propuestas para ser implementadas a largo plazo. En este artículo presento una parte de aquella intervención:

Si tomamos en cuenta la actual situación de México, así como las señales que da y las decisiones del presidente, no es difícil imaginar una perspectiva de largo plazo. Veremos un futuro sombrío, con inseguridad e incertidumbre jurídica crecientes ante decisiones de un poder arbitrario, en el escenario de una economía en constante caída que destruye el empleo. La pobreza, el desempleo, la desigualdad y la falta de servicios básicos se incrementarán y, en consecuencia, las condiciones sociales de la población más vulnerable, sin duda, se agravarán. Esto se da, desgraciadamente, dentro de una sociedad polarizada y dividida desde el poder.

Conozco México y sé que podemos pensar en un futuro distinto del que, a largo plazo, parece cernirse sobre nuestro país: una economía competitiva, solidaria y sustentable, generadora de empleos, atractiva para la inversión. Un gobierno que coloque en el centro a la persona humana y que para lograr el bien común esté concentrado en proveer garantías de seguridad y condiciones para la inversión productiva y en lograr la igualdad de oportunidades sobre todo en educación, en calidad de servicios de salud, vivienda, movilidad y conectividad básica para los mexicanos, especialmente para los más pobres.

Mis tres propuestas fueron:

Uno.- Inversión en valor humano, empezando por los servicios de salud. Requerimos la restitución del presupuesto a instituciones de Salud y que se tomen medidas hacia la cobertura médica universal, incluyendo el Seguro Popular. Además, ante el desastre, consecuencia de la aplicación del modelo centinela y de la decisión de no hacer las pruebas necesarias de Covid 19, deberíamos desarrollar un sistema de diagnóstico masivo en todo el país que sea confiable.

La inversión en educación debe también orientarse a que los jóvenes se adapten a las nuevas circunstancias de tecnología que prevalezcan después de la pandemia.

Dos.- La inversión en infraestructura y tecnología. Así como el fortalecimiento de las empresas y las condiciones para facilitar el empleo, tanto para crearlo como para integrarse al mercado laboral (por ejemplo, estancias infantiles).

Requerimos una política económica y de desarrollo construida sobre la sustentabilidad, basada en un nuevo modelo de inversión en energía renovable, que permita generar riqueza respetando la biodiversidad, el uso del suelo y el medio ambiente. Muy lejos de lo que tenemos ahora en una economía basada en el carbón, en el petróleo y el abandono a la micro, pequeña y mediana empresa.

Tres.- Sin división de poderes no hay Estado de Derecho, por eso es tan importante balancear la ecuación política en el 2021.

Es crucial entender una cosa: la única forma en que podemos sustituir el escenario inercial y catastrófico por uno mucho más constructivo, es acotando al presidente, rescatando el gobierno y la política en las decisiones del Congreso. Si queremos recuperarnos a mediano y largo plazo de la tragedia social y económica a la que vamos a entrar, tendremos que balancear la ecuación política, a través del Congreso en el 2021. Será la manera en que este gobierno necesite escuchar a los demás.

Mi llamado es a hacer un frente común para este fin.

Abogada

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