Bien dice Daniel Innerarity que la política es algo inevitable. Las decisiones políticas generan como consecuencia el bien común o el mal común. Por eso se dice: “en este mundo matraca, de la política nadie se escapa”. Una buena decisión puede causar mucho bien y, de igual manera, una mala decisión puede causar mucho mal y durante varias generaciones. Al grupo de las decisiones que causan males pertenece el famoso plan B de la reforma electoral , que es una reacción visceral en contra de la decisión de no aprobar una previa reforma electoral constitucional que todavía dañaba más a la democracia de nuestro país.

Siempre tenemos el deber de intervenir en la política, pero hay momentos en la historia de una nación que requiere que le brindemos a la Patria más tiempo, mayores esfuerzos y más pasión. Este es el momento y la primera cita es el próximo 26 de febrero en el Zócalo, así como en otros lugares principales de distintas ciudades de la República a las 11 horas.

Nadie puede ni debe apropiarse de este acto de poder de la ciudadanía mexicana. Basta ver la cantidad de personas que han expresado con claridad su preocupación e incluso han convocado al mitin del próximo domingo o que han manifestado preocupación por los principios que están muy cerca de ser destruidos desde el gobierno.

En un mismo día escuché el mensaje de los obispos de la Iglesia Católica, así como a Roger Bartra. Ante la propuesta de reforma electoral que se discute dentro del llamado Plan B los obispos mostraron su preocupación por “la importancia que tienen las instituciones responsables de los procesos electorales y por el derecho que asiste a los ciudadanos de garantizar elecciones libres y justas”.

Por su parte, Roger Bartra convocó directamente a la manifestación: “El plan B quiere imponer una austeridad tóxica que recortará las funciones del Instituto Nacional Electoral de manera anticonstitucional. Después del fracaso del intento de reforma antidemocrática de la Constitución, el gobierno y su presidente quieren ahora dejar lisiado al INE imponiendo en el Congreso leyes que pueden ser letales para nuestro sistema político de representación democrática. Acudamos al Zócalo para protestar ante esta imposición reaccionaria”.

El martes 21 citaron en el Senado a sesión de la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales en la que seguramente Morena y aliados aprobarán por mayoría la reforma con el voto de la oposición en contra. Es probable que pretendan aprobar el dictamen antes del domingo 26 de febrero. En ese caso, la manifestación sigue siendo oportuna porque queda la Suprema Corte.

En efecto, la mirada del domingo 26 está puesta en 11 personas que componen la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para que declaren si aprobarán o no lo que a todas luces es inconstitucional por la forma y por el fondo. En primer lugar, porque no se llevó a cabo el proceso legislativo correctamente, pues se saltaron todos los trámites; en la Cámara de Diputados aprobaron una iniciativa sin haberla discutido ni en comisiones ni en el pleno. Además, es una ley que de aprobarse no garantiza el proceso electoral bajo principios elementales de certeza, equidad, legalidad y objetividad; y deja la posibilidad de que alguien, como quien encabeza Morena, pueda desconocer el resultado si no gana el partido que él mismo quiere.

Vayamos el 26 de febrero a la manifestación, hagamos el ejercicio democrático y patriota de defender nuestra dignidad como pueblo; vayámonos preparando para estos “tiempos recios” que requerirán mucha valentía y generosidad. Ahora toca el Zócalo.

Nos vemos este domingo 26 de febrero. A las 11 de la mañana. Esto apenas inicia.

Diputada federal

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