El pasado miércoles entró al estado de Guerrero el huracán Otis con categoría 5. Como puerta de entrada escogió Acapulco: lugar emblemático de nuestro país y punto de referencia internacional. Todo lo destruyó, pero también desenmascaró la desintegración social y política que ocasiona el crimen organizado y la falta de autoridad. Antes de seguir, expreso mi solidaridad con quienes han perdido a sus seres queridos y con quienes perdieron sus bienes materiales indispensables para una vida digna.
El huracán se sumó a la ya evidente tragedia política que arrasaba Guerrero. Se volvió evidente en la falta de liderazgo, la ausencia de información, la falta de comunicación, los pocos canales sociales establecidos y la nula preparación del gobierno para enfrentar el desafío que había puesto la naturaleza.
Una política deficiente multiplica los daños que sufre un pueblo. Seguramente sí hubo alguien de la Marina o civiles que advirtieron que se iba a convertir en categoría 5, como se había anunciado en la Agencia Internacional con sede en Miami. Los mandos superiores lo supieron y no avisaron. Pasado el huracán, siguió el silencio y la ausencia de autoridad; se hizo evidente el dolor y la pérdida. Un pueblo incomunicado y descontrolado frente a la desgracia en todos los sentidos.
Una maestra subió a la red X un video que había grabado una joven que había sido su alumna. El video —como muchos— tiene imágenes desgarradoras. Transcribo parte de la narración porque resume lo que muchos conocidos me decían:
“Acapulco está abandonado por el gobierno… las noticias te dicen que hay 30 muertos (el presidente dijo ayer que eran 39), pero cualquier acapulqueño, con sólo recorrer la ciudad, sabe que eso no es cierto. Tenemos muertos en la calle, muertos en casas, en hospitales, incluyendo recién nacidos y muchos más que no pueden ser identificados…” La exalumna continúa hablando de desaparecidos, enfermos, posibles infecciones y agravamiento de enfermedades.
La verdad es que sufrimos el peor huracán con el peor gobierno. Mientras los más fuertes de cada familia salían a buscar ayuda, a comunicarse con parientes, el gobierno permanecía en silencio y cuando apareció lo hizo de la peor manera posible, porque en lugar de convocar a la unidad de los mexicanos, el presidente irrumpió con insultos, ofensas, restricciones, amenazas, polarizando aún más los ánimos. Reconozco que me llené de tristeza al escuchar el mensaje del presidente de nuestro país.
México vale mucho más. Por eso me quedo con el mensaje de Xóchitl Gálvez, quien llamó claramente a la unidad de los mexicanos y señaló las prioridades. Se refirió a la necesidad de suministro de energía, de la necesidad de la instalación de plantas potabilizadoras, del apoyo a los centros de acopio y de distribución de víveres y convocó a la autoridad a recurrir a un Plan de Salud por las enfermedades e infecciones que se pueden ocasionar.
Me quedo también con el mensaje fraterno de Plácido Domingo, de Emmanuel y de miles de ciudadanos que nos convocan a solidarizarnos en estos días, en estos meses con Acapulco. Me quedo con las convocatorias a la solidaridad de las organizaciones civiles y de la Comisión Episcopal Mexicana. Me quedo con la acción inmediata de la Cruz Roja, a la que tengo estima y confianza, así como a Cáritas de la Arquidiócesis de la CDMX y, a nivel nacional, a la asociación Gilberto. Me quedo con quienes ofrecieron su casa o las oficinas como centro de acopio. Falta todo, lo sé, pero estos esbozos delinean proyectos con los que habremos de trabajar para levantar a Acapulco y ayudar a los guerrerenses.
Sé del buen trabajo del Ejército y de la Marina que tienen que cargar con las contraórdenes del presidente a través de sus mensajes en la mañanera. Lo cierto es que no se trata de las autoridades y sus omisiones, o de las pésimas decisiones que ahora se vuelven evidentes, como la cancelación del Fonden; eso es materia de otras discusiones y reflexiones que sí debemos enfrentar y con las que habremos de actuar consecuentemente. Sin embargo, ahora se trata de nosotros, de nuestro pueblo; se trata de organizarnos a través de las asociaciones ya establecidas y que ya tienen una red de distribución; se trata de la reconstrucción de uno de los lugares más hermosos que existen y que está en el Pacífico mexicano. Y si queremos, podremos estar frente a la oportunidad de hacer una reconstrucción en todos los términos.
Diputada federal. @MZavalagc