Una de las figuras más destacadas de la literatura mexicana y un referente de la universal, es sin duda alguna Juan Rulfo. Su legado, parafraseando a Giuseppe Bellini: aunque breve en palabras, es enorme como el desierto y profundo como el silencio que lo habita. En su obra, Rulfo supo capturar los rasgos característicos de los habitantes de las regiones rurales del México cristero y revolucionario, sus paisajes, sus ausencias. La imagen de lugares donde el tiempo parece haberse detenido.

Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, vio la luz primera un 16 de mayo de 1917, en Apulco, Jalisco y falleció el 7 de enero de 1986. La muerte violenta de su padre durante la Guerra Cristera, cuando tenía 6 años y el fallecimiento de su madre 4 años después, le dejaron marcas profundas en su corazón y en su obra.

Trabajó como agente de Migración en Guadalajara, pero la búsqueda de nuevos derroteros lo impulsó a migrar a la Ciudad de México, colaboró en la Secretaría de Gobernación. Su sensibilidad lo llevó a ser escritor, guionista y fotógrafo. Tanto en la lente de su cámara, como en la tinta de su pluma, buscó y logró atrapar la esencia del paisaje mexicano y de sus habitantes.

Sus obras “El llano en llamas”, “Pedro Páramo” y “El gallo de oro” son testamentos inmortales de la literatura.

El llano en llamas, publicado en 1953, por el Fondo de Cultura Económica, narra una historia sobre la revolución mexicana, donde los campesinos luchan contra la opresión en un escenario de violencia y desolación. Esta colección de 17 cuentos comenzó a publicarlos en diferentes revistas desde 1941. Cada cuento de El llano en llamas es un fragmento profundo de la vida rural en nuestro país. Cada relato es una narrativa de pobreza, infamia, esperanza marchita. Retrata el sufrimiento humano, explora la culpa, la redención y describe un destino tristemente ineludible.

Los títulos de sus cuentos son: “Nos han dado la tierra”, “La cuesta de las comadres”, “Es que somos muy pobres”, “El hombre”; “En la madrugada”, “Talpa”, “Macario”, “Diles que no me maten”, “Luvina”, “La noche que lo dejaron solo”, “Paso del Norte”, “Acuérdate”, “No oyes ladrar los perros”, “El día del derrumbe”, “La herencia de Matilde Arcángel” y “Anacleto Morones”.

En su novela “Pedro Páramo”, la población de Comala es el escenario donde el personaje de nombre Juan Preciado busca a su padre, Pedro Páramo, por indicaciones de su madre moribunda. En esta narración el realismo se tiñe de fantasía para crear una apreciación etérea e intangible, donde los muertos son copartícipes y al propio tiempo desdibujan la percepción de la realidad.

Esta obra ha sido admirada por grandes escritores como Gabriel García Márquez y Jorge Luis Borges, Carlos Monsiváis, Juan José Arreola, entre otros. Ha sido adaptada cinematográficamente en diversas ocasiones. En 1967, dirigida por Carlos Velo y protagonizada por John Gavin; en 1978, José Bolaños dirigió Pedro Páramo, el hombre de la media luna, estelarizada por Manuel Ojeda; en 2024, Rodrigo Prieto dirigió una nueva adaptación, interpretada por Manuel García-Rulfo.

Su segunda novela fue “El gallo de oro”, en la que el humilde Dionisio Pinzón logra salir de la pobreza gracias un gallo moribundo. Juan Rulfo refleja la lucha por el poder, la pasión y el fracaso. También fue llevada a la pantalla cinematográfica en 1964, con la actuación de Ignacio López Tarso.

La pluma de Juan Rulfo fue capaz de plasmar las vivencias del denominado México profundo de Bonfil Batalla; la belleza y el dolor del alma; los sentimientos más sutiles y los más perversos; historias que van más allá del tiempo y del espacio. Rulfo dejó una huella indeleble en las letras mexicanas y universales.

Ministra en Retiro de la Suprema Corte min.mblr@gmail.com @margaritablunar

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