Mientras Donald Trump comienza su segundo mandato como Presidente de los Estados Unidos, México enfrenta enormes desafíos. Su discurso agresivo y sus planes, como deportar a cientos de miles de personas, imponer impuestos a los productos mexicanos e incluso considerar acciones militares contra los cárteles, convierten este momento en una prueba crítica para la relación entre ambas naciones. México debe prepararse para afrontar estos tiempos difíciles con decisiones estratégicas e inteligencia.
La intención de Trump de deportar a un gran número de personas a México podría ejercer una fuerte presión sobre las ciudades fronterizas y sus servicios locales. En el pasado, estas deportaciones generaron problemas en vivienda, empleo y economías locales. Además, su plan de imponer un impuesto del 25% a los productos mexicanos amenaza con perjudicar industrias clave como la automotriz y la agrícola, fundamentales para la economía de México. Estos impuestos también aumentarían los precios para los consumidores en Estados Unidos.
La seguridad es otra preocupación central. La decisión de Trump de clasificar a los cárteles como "organizaciones terroristas" podría justificar el envío de fuerzas estadounidenses a México, empeorando una situación ya peligrosa. Cárteles como el CJNG continúan expandiéndose a nuevas áreas, aumentando la violencia. Si estas tensiones escalan, México podría enfrentar grandes dificultades para mantener la estabilidad interna.
En mi experiencia como líder transfronterizo y promotor de inversiones en América del Norte, he visto cómo decisiones estratégicas pueden transformar desafíos en oportunidades. México tiene serios retos financieros. La empresa estatal Pemex acumula una gran deuda, y los retrasos en reformas energéticas están alejando a los inversionistas. A la vez, muchas empresas buscan trasladar sus fábricas más cerca de Estados Unidos en lugar de mantenerlas en Asia. Sin soluciones energéticas y reglas claras, México podría perder esta oportunidad estratégica.
A pesar de estos desafíos, hay razones para la esperanza. La ubicación estratégica de México y su fuerza laboral ofrecen una oportunidad única para fortalecer su papel en la economía de América del Norte. Ciudades como Monterrey, Nogales y Tijuana pueden convertirse en centros de manufactura si el gobierno invierte en energía confiable y fomenta un entorno empresarial favorable. Colaborar en proyectos de energía limpia, como solar y eólica, generaría empleos y demostraría liderazgo en sostenibilidad.
Este es un momento clave para reconocer la conexión entre Estados Unidos y México. Con cerca de 50 millones de personas de raíces mexicanas viviendo en Estados Unidos, los lazos culturales y económicos son profundos. Mejorando la educación, la capacitación laboral y la tecnología, ambas naciones pueden prosperar y competir juntas en el mercado global.
México ha superado momentos difíciles en el pasado. Con decisiones sabias y trabajo conjunto, este desafío puede transformarse en una oportunidad para crecer. El futuro de ambos países depende de colaborar, no competir, para construir una América del Norte más fuerte y próspera.