En un clima de polarización política, las diferencias ideológicas y partidistas suelen ser extremas. El caso de México con el gobierno de López Obrador alcanza niveles peligrosos. La constante arremetida mañanera contra todos los que no concuerdan con su misión destructora de instituciones, rendición de cuentas y contrapesos son atacados con virulencia ni más ni menos que por el mismísimo jefe del Estado mexicano.
Con todo el poder que el voto de millones de mexicanos le confió en las urnas allá en el 2018, Andrés Manuel ha abusado de sus facultades y le ha fallado a los ciudadanos en los rubros que se hartó de prometer su administración sería diferente.
La corrupción permitida y solapada de sus hijos y su círculo cercanísimo —que no ha sido desmentida ante las pruebas contundentes— derrumba el relato por años sobre este flagelo que lastima y enfurece ante el caos y desorden que caracteriza a esta administración.
La inseguridad y violencia que se vive en regiones enteras del país donde se está imponiendo la voluntad y el interés del crimen organizado pinta de cuerpo entero la sumisión y colusión de este régimen con los cárteles. La toma de decisiones unilaterales y centralizadas consolidando el poder en las manos presidenciales para debilitar las instituciones, fulminar la libertad de expresión y eliminar contrapesos sólo fortalece la narrativa de un gobierno autoritario o incluso dictatorial.
Y en esa disyuntiva arropada de ese relato, millones de mexicanos irán a las urnas para decidir si se quiere continuar con la destructiva transformación —o el mal llamado 2do piso— y su cogobierno con el crimen organizado.
Sin estrategia clara de cómo se pretende recuperar vastos territorios controlados por los delincuentes donde la expansión de sus negocios ilícitos pega de manera brutal en las cifras de inflación; cobro de piso en productos básicos y la imparable impunidad en las carreteras del país impactan la cadena de suministro y se refleja en el bolsillo de la población. ¿Ése es el dibujo detallado, el plano, que se pretende continuar para el cacareado segundo piso transformador?
Las alertas sobre la participación del crimen organizado para favorecer a Morena en el próximo proceso electoral no pueden ser descartadas ni tomadas a la ligera, y no hay maroma ni discurso pedestre de campaña para contrarrestar lo que corre como pólvora en diversas regiones pretendiendo sembrar el miedo. Sin embargo, éste puede originar el valor de combatirlo cuando la población no tiene nada que perder ante situaciones en que la ausencia y el abandono del Estado los han llevado al límite del abismo.
Y esta próxima elección puede cambiar el rumbo de la situación de millones de mexicanos.
Continuar votando por estos personajes y perfiles de la cuatroté que se llenan la boca de promesas y su ruta de seguir abrazando la impunidad, solapando la corrupción, la nula rendición de cuentas y cogobernando con intereses del crimen organizado… no debe ser opción para México.
Y por si fuera poco este crudo diagnóstico está ya incrustado en la agenda geopolítica y por supuesto, en el resultado de la elección en los Estados Unidos.