México llega a un punto de inflexión este próximo domingo. Los datos duros y las cifras oficiales exponen la disyuntiva de una ruta que ha fracasado y enlutado a millones de mexicanos por la implementación de una estrategia absurda y omisa. La imparable ola de violencia alcanzó niveles alarmantes en el periodo de precampañas y campañas con la ejecución de decenas de candidatos, sin importar su color partidista, en territorios controlados por grupos delincuenciales y los interminables ajustes de cuentas por disputas territoriales.
No se puede garantizar un Estado de derecho si no hay seguridad. No se puede transitar hacia un mejor país si no hay seguridad. No hay desarrollo sin seguridad y viceversa. No se puede pretender incentivar inversiones locales y foráneas sin seguridad.
La seguridad es uno de los pilares fundamentales para el desarrollo de cualquier país. Su importancia radica en varios aspectos que afectan directa e indirectamente el crecimiento económico, la estabilidad social y el bienestar general de la población. Hoy, un río de sangre e impunidad recorre México y todas las cifras así lo constatan. La debilidad de las instituciones y la embestida del régimen contra ellas son un riesgo latente analizado en despachos de consorcios internacionales.
Recientemente en una reunión de alto nivel empresarial en los Estados Unidos surgieron las inquietudes sobre la viabilidad del cacareado “nearshoring” si el Estado mexicano es incapaz de garantizar mínimas condiciones de seguridad.
Ante el creciente empoderamiento del crimen organizado en grandes regiones donde los niveles de extorsión alcanzan ya niveles alarmantes, no sólo el fantasma del miedo es latente sino la falta de certidumbre jurídica golpea la línea de flotación social y económica.
La falta de claridad, previsibilidad y estabilidad en el marco legal y regulatorio del país bajo la presente administración ha sido una postura recurrente ocasionando disputas comerciales y económicas en el T-MEC y se ha alimentado a lo largo del sexenio la preocupación de varios sectores sobre un entorno impredecible, ahuyentando la inversión. La inocultable injerencia de las organizaciones criminales para consolidar sus intereses y actividades ilícitas es hoy también un asunto de seguridad regional y nacional.
En los análisis estratégicos para la planificación de objetivos el elemento transversal es la certidumbre jurídica y en la vía paralela la seguridad. Estos son factores sine qua non para que México corrija un rumbo de cifras escalofriantes, de traspiés, fracasos y errores en el diseño y la implementación de políticas públicas.
La elección del próximo domingo será una de las más escudriñadas, observadas y vigiladas en la historia moderna de México por las serias implicaciones que el resultado tendrá, gane quien gane, en absolutamente todas las esferas, incluyendo las bilaterales, tanto públicas como privadas.
Por el bien del país, ¡todos a votar!