Recientemente se conmemoró el Quinto Aniversario del Acuerdo de París con una advertencia del Secretario General de la ONU haciendo un llamado urgente a todos los gobiernos del mundo para declararse en “estado de emergencia climática” hasta alcanzar la neutralidad de emisiones de carbono.
El panorama a futuro es sombrío.
De no lograrse las metas climáticas, el planeta podría incrementar su temperatura hasta 5 grados centígrados para finales de siglo, según revela el informe “Perspectivas de la Economía Mundial” del Fondo Monetario Internacional.
La crisis climática ya es directamente responsable de al menos 15 eventos climáticos extremos ocurridos en 2019 como huracanes, sequías e incendios forestales.
Pero lo peor está por venir.
De acuerdo a un estudio de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), la degradación ambiental está acabando con los blindajes naturales que nos protegen de, al menos, 850,000 virus desconocidos que podrían infectar a los seres humanos. Es decir, la destrucción de los ecosistemas está directamente relacionada con una mayor aparición de pandemias.
Precisamente hace un año nos enterábamos de la aparición de un virus en Wuhan, China. La humanidad siguió su curso y perdimos tiempo valioso para evitar la catástrofe que estamos viviendo. Por eso, no parece razonable plantear el “regreso a la normalidad” o la “recuperación de la actividad económica” como antes. Volver sobre nuestros pasos significaría repetir el mismo error una y otra vez. ¿La pandemia del Covid es un evento sorpresivo enmarcado en la Teoría del Cisne Negro? Como lo ha explicado el Dr. Julio Frenk en un artículo publicado por la revista Nexos en el mes de julio, los ciclos epidemiológicos son previsibles desde la ciencia de la salud, pero advierte que éstos son más constantes en combinaciones cada vez más contagiosas y de mayor letalidad.
Entonces, regresar a lo que era representa un suicidio.
La pandemia del Coronavirus debe significar un antes y un después. Un punto de inflexión. Un nuevo comienzo cimentado en otro orden mundial.
Un estudio elaborado por 22 científicos plantea la necesidad de incluir la variable de la preservación de los ecosistemas para medir el Producto Interno Bruto (PIB) de las naciones mediante otros indicadores de desarrollo. Este grupo de especialistas advierte que ya no es posible seguir manteniendo el actual modelo de crecimiento económico mientras no podamos salvaguardar el medio ambiente y la biodiversidad. En tanto, diversas agencias de la ONU han comenzado a difundir las primeras guías para ayudar a los gobiernos a construir economías verdes a partir de una conciencia ambientalista vigorizada.
Ante este panorama de esfuerzos hasta cierto punto desarticulados, el Acuerdo de París podría verse rebasado.
La joven activista Greta Thunberg advirtió que el mundo continúa en completa negación de la Crisis Climática, toda vez que los cinco años más cálidos en los registros históricos son los que ocurrieron después de que se estableció dicho Acuerdo. Podríamos estar frente al punto de no retorno donde se requiere vencer el miedo al futuro y embarcarnos en la extraordinaria aventura de construir un nuevo mundo. No sólo es responsabilidad de los gobiernos, de la industria o el comercio, sino de cada uno de nosotros, ya que demanda cambiar hábitos de consumo nocivos para el Planeta que llevan siglos arraigados. El mayor desafío generacional será unificar los esfuerzos globales más allá de ideologías, credos religiosos e intereses particulares, para evitar una crisis climática irreversible, inclusive por encima de la aparición de las pandemias.
Coordinador del Grupo Parlamentario del PVEM