Para toda actividad que incorpora al deporte y sus distintas manifestaciones, se exige una serie de requerimientos que habremos de observar en cuál grado y magnitud se han desarrollado en cumplimiento de los más altos propósitos, en la moderna y reciente historia del país. Precisamente, con relación al artículo previo, me pregunto si nuestra sociedad alcanza a comprender y ha logrado justipreciar las ventajas de promover, adecuar e impulsar la activación física entre los mexicanos.
Recordemos que, para efectos prácticos y en los términos de estas reflexiones, la persona se desenvuelve en tres grandes campos de vida:
a) El psico-emotivo donde campean las reacciones, emociones, percepciones, sentimientos, actitudes y conductas.
b) El intelectual donde perviven entrelazadas la creatividad, las operaciones lógicas, el pensamiento y la estructura de personalidad dando lugar a la capacidad para articular habilidades, destrezas y relaciones sociales.
c) El plano físico que, a través de la activación física y el deporte, puede observar las mejores condiciones en el funcionamiento de los órganos, aparatos y sistemas que posibilitan la existencia.
La división propuesta por otros especialistas con respecto a estos aspectos es igualmente válida, pero deseo proseguir con mi visión para efectos de esta comunicación con mis amigos lectores. La interrelación de los tres campos es indispensable pues no se da uno sin los otros y, por ende, el desequilibrio entre ellos puede acarrear complicaciones que suelen sobrevenir aparejadas de grandes carencias, que afectan la capacidad de la persona para desenvolverse en ámbitos sociales como: familia, escuela, centro de trabajo y comunidad en sentido amplio.
Hoy y aquí, me refiero al tercero de los campos enunciados, el que concierne directamente al ciudadano mexicano y hago consideraciones sobre el grado de satisfacción o insatisfacción en materia deportiva provocado por resultados alcanzados más allá de las capacidades individuales, es decir, en el terreno institucional.
En lo que respecta a la evaluación cuantitativa, cabe cuestionarse ¿cuántos mexicanos nos hemos abocado a realizar, enseñar y programar actividades físicas y deportivas? ¿Habremos cumplido cabalmente con nuestra misión que, como está señalado, surge en la familia, atraviesa la escolaridad y otros ámbitos del desarrollo humano? Si hubiera cifras, los indicadores revelarían el grado de eficiencia en los resultados y, a partir de ello, dilucidar cómo apuntalar el triunfo deportivo local, regional e internacional, así como prever y procurar la inversión requerida en estructuras.
Si bien hay logros innegables, producto del esfuerzo de deportistas, entrenadores y familiares, estimo que nos encontramos muy alejados de haber cubierto las necesidades fundamentales de la persona en su contemplación por edad, sexo, condición física, social, económica y educativa.
Considero que apoyarnos en la familia para los propósitos que aquí tratamos, acorta las posibilidades del éxito. En los hogares mayormente se desconoce cómo estimular e impulsar el deporte y, en término medio, se confrontan carencias económicas, insuficiencia de información y ausencia de condiciones adecuadas para emprender tal esfuerzo.
En la escuela, centro formador de hábitos que pueden transformar la vida de los individuos, vemos con gran preocupación, cómo ha dejado de operar lo poco que antes realizaba. Habíamos comentado ya sobre “Las Clases de Gimnasia” que exprofeso se otorgaban o que eran impartidas en los recreos. ¿Por qué se abandonó esta práctica? Desconozco la respuesta, pero en el mejor de los casos, los estudiantes no realizan actividad física alguna, o bien, lo hacen muy a pesar de la negación que pareciera persistir en el medio educativo.
Así, ¿cómo habremos de movilizarnos? ¿Hacia dónde pudiéramos dirigir nuestra energía? ¿Qué debemos hacer para establecer cuando menos nuestra intención e iniciarnos en un deporte? Precisamente para ello existen las instituciones.
¿Qué hicimos y qué no hicimos para confrontar la actual realidad físico-deportiva? Esto es lo que consideraré en el próximo artículo a través de una revisión muy objetiva e igualmente realista que tenderá a dos propósitos: el primero, ponderar aciertos y fracasos y; segundo, la propuesta.
Excomisionado Nacional de Seguridad y excomisionado Nacional Contra las Adicciones.