Según el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 publicado por el gobierno de López Obrador, a partir de 2021 debimos ser autosuficientes en maíz y frijol. México produjo, en 2022, 27 millones de toneladas de maíz de los casi 45 millones de toneladas que se demandaron en total; colocándose así, en el segundo principal importador de maíz del mundo, después de China, importando un total de entre 17 y 18 millones de toneladas de maíz.
Según la investigadora de la UNAM, Margarita Tadeo Robledo, en México se produce suficiente maíz blanco para consumo humano (tortillas), pero se importan grandes cantidades de maíz amarillo para alimentar ganado.
Es decir, casi 40% de la demanda nacional se cubrió con importaciones de maíz amarillo proveniente principalmente de los Estados Unidos para el sector pecuario, para la producción de carne de res, cerdo, pollo, huevo y leche.
Los principales estados productores de maíz son Sinaloa con el 22% (6 millones de toneladas), Jalisco un 14%, Edomex el 8%, Michoacán con el 7% y Guanajuato el 6%. Estos 5 estados aportan el 57% de los 27 millones de toneladas de producción nacional total.
La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) en este sexenio ha eliminado los apoyos a la comercialización, el ingreso objetivo, las coberturas de precio y demás programas como la agricultura por contrato que existieron en el pasado dejando a su suerte a los productores.
Según Benjamín Valenzuela Segura, agricultor sinaloense afín a la 4T, en 2022 la tonelada de maíz se vendió en promedio a $6,500, mientras que hoy el mercado pretende pagar solo 5,300 pesos, ya que el precio internacional se cayó; y además en los últimos años a raíz de la pandemia y la guerra de Ucrania los fertilizantes se encarecieron en más del 100%.
También en mayo del año pasado el gobierno federal anunció el Pacic, un programa contra la inflación que autorizó la entrada indiscriminada de granos y básicos, ya que se quitó aranceles a 66 productos, incluidos el maíz blanco, y se prohibió las exportaciones del mismo.
Los productores agrícolas de Sinaloa, desde febrero de este año 2023, propusieron al gobierno federal un apoyo de 1,000 pesos por tonelada, lo que habría dado un precio para el productor de 6,300 por tonelada aproximadamente, con un costo para el gobierno de 6,000 millones de pesos, al multiplicar los 1,000 pesos por los 6 millones de toneladas de producción sinaloense, lo cual hubiera solucionado el problema.
Los gurús de la 4T decidieron que lo mejor era que el gobierno federal y el estatal compraran 2 millones de toneladas a 6,965 pesos por tonelada y su cálculo era que, al retirar 2 millones del mercado, los otros 4 millones de toneladas serían compradas por la industria privada como Cargill, Maseca, Minsa. Ya que “se asustarían” y pagarían 7,000 pesos por tonelada por la producción restante.
Las predicciones no salieron bien a los gurús, hoy al gobierno le costará 14 mil millones, y quedarán 4 millones de toneladas sin poder comercializarse, porque el mercado continuó a 5,300 la tonelada.
El problema de fondo es que la 4T no escucha, ni quiere escuchar a nadie, y llena de prejuicios ideológicos considera que los productores sinaloenses “son ricos” y que por tanto no debe pagarles ningún “apoyo”. Sin entender que lo que se apoya es la tonelada de maíz.
Vale destacar que los primeros 4 años de este sexenio el precio internacional del maíz fue alto y el gobierno de López no tuvo que pagar un solo centavo para compensar el precio de la tonelada de maíz a los productores mexicanos. Esto mal acostumbró al gobierno.