Los cuatro torneos del Grand Slam son el termómetro de lo que pasa en el tenis. Roland Garros primero y después Wimbledon han dejado una huella imborrable de lo que existe actualmente. Jannik Sinner y Carlos Alcaraz aportan —como dos verdaderos monstruos del deporte— una emoción única, llena de pasión por lo que están jugando, con fuerza mental, física, técnica, y lo que proyectan al público, además de sus arrolladoras personalidades. Están muy por arriba de lo que otros grandes tenistas han aportado.
Wimbledon nos dejó claro que dentro del profesionalismo, tanto en mujeres como en hombres, existen divisiones y que solamente los 10 o 15 primeros tenistas hombres y las primeras 10 mujeres de las clasificaciones están ganando millones de dólares en premios y en contratos publicitarios. Todos los demás jugadores, segmentados en División 2, 3 y hasta la 4, están compitiendo en los torneos grandes, pero apenas les alcanza económicamente para mantener el tremendo ritmo que deben tener para mantenerse en el circuito.
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Sinner y Alcaraz no cesan de firmar contratos publicitarios millonarios que rebasan ganancias de tenistas que tuvieron que estar cerca de 20 años en la cúspide para generar y facturar lo que el italiano y el español están ingresando a sus cuentas bancarias por año, pero bien que lo merecen, además de que ceden buena parte de sus premios a instituciones benéficas.
En los torneos del Grand Slam, el cuadro de 128 jugadoras es grande, pero las mujeres están ofreciendo emocionantes partidos. Los patrocinadores desean tener más días de venta de boletos, de exposición y un mayor número de espacios en la televisión, pero esto tiene otro componente adicional, que es ayudar al tenis femenil a que sea más visto y se promueva entre la juventud.
En los hombres, sucede más o menos lo mismo, aunque el nivel es más parejo y casi cualquier jugador puede derrotar al más pintado, como sucede en ocasiones, pero —por lo regular— a Sinner y Alcaraz les alcanza para llegar a la final.
Por último, Wimbledon nos mostró y confirmó que el nivel competitivo cada vez es más alto, muy complicado para que los tenistas se coloquen entre los primeros 50 de las clasificaciones y vivir del deporte. Estamos de acuerdo que los grandes premios se ganan en la cancha con triunfos, talento, dedicación y esfuerzo, y eso muy pocos lo pueden lograr, pero de que deben ganar más dinero las y los tenistas, de eso no hay duda. Merecen mejores premios.
El US Open, en Nueva York, el último Grand Slam de 2025, será otra muestra más de las grandes emociones que ofrecen las enormes figuras del momento.
luis@vamosdeportes.com