Los torneos de tenis profesional tienen un sistema de clasificación aparentemente sencillo, básico de entender, pero esto trabaja bien para todos aquellos que tienen un alto nivel de competencia. Lo opera mejor quien puede mantener su clasificación en 12 meses.
La clasificación se creó en 1973, cuando se fundó la ATP, con el objetivo de ser un sindicato de jugadores protegiendo sus intereses. Al paso de los años, la ATP Tour dejó el tema sindical en segundo plano y se convirtió en un aliado de las promotoras para repartir premios y los eventos en el ocupado calendario. La WTA ha copiado a la ATP, siendo Billie Jean King quien logró que en los torneos de Grand Slam se otorgaran los mismos premios que a los hombres.
Guy Fritz, padre de Taylor Fritz —el mejor tenista de EEUU actualmente—, ha llevado una excelente administración de cómo distribuir las participaciones de su hijo en los torneos, buscando siempre administrar para obtener algo de puntos en los 250 o 500, para después llegar a los Masters 1000 y los Grand Slams, que son los que reparten más puntos y premios.
Un ejemplo de los puntos es que Taylor Fritz ganó Indian Wells y mil puntos en 2022, pero en 2023 no pudo defender esas unidades, porque fue eliminado en la tercera vuelta y esos puntos se restan, dándole únicamente los que obtuvo por haber llegado a octavos de final. Carlos Alcaraz ganó este año Indian Wells y sumó mil, superando a Novak Djokovic, quien no participó.
Esto no funciona con los tenistas profesionales jóvenes o de menor nivel, pues no logran ganar los suficientes puntos para alcanzar a manejarlos, así que para ellos lo más importante es ganar unos cuantos para que puedan ir participando en torneos menores y, paulatinamente, sumar los valiosos.
Desde luego que es un enorme sacrificio, pero vemos a tenistas —hombres y mujeres— de diversos países que son apoyados principalmente por sus federaciones o por patrocinadores, para que participen en torneos de calificación, que tengan entrenadores de tiempo completo, que puedan trasladarse a diferentes certámenes e ir sumando esos valiosos puntos que los colocarán en los rankings.
No se trata de cuántos torneos se hacen en un país, sino cuántos tenistas son los que una nación logra colocar en los primeros 100 lugares de la clasificación, lo que les permita tener un profesionalismo digno, sin batallar económicamente. Así que los mejores jugadores administran con estrategias su riqueza de puntos y los de un nivel bajo no tienen unidades que administrar.