El Masters 1000 de Madrid, en la ATP y la WTA, tuvo de todo. Su Caja Mágica desató todos sus hechizos para despedir a Rafael Nadal, uno de los más grandes atletas que en cualquier deporte haya existido, con un espíritu de lucha ejemplar, su entrega total, sus Grand Slams y su paso victorioso por innumerables arenas alrededor del mundo; inclusive, la misma de Madrid, ha sido fiel testigo de su historia.
El astro español es miembro de ese trío maravilloso —junto a Novak Djokovic y Roger Federer, en el orden que los fieles y sensibles lectores elijan—, porque los tres —en la misma época— han dejado un recuerdo que nos hace sonreírle todavía más a la vida, al saber que existen gladiadores modernos, llenos de hambre de triunfo, que nunca se dan por vencidos... Hasta que de plano ya no pueden, pero incluso así se mantienen luchando heridos, lastimados, porque un campeón nunca se da por vencido.
Cada vez que se presentaba Rafa durante su certamen de despedida en Madrid, la Arena era insuficiente para darle su aplauso y reconocimiento en una de sus grandes casas.
“Ya no me da el físico”, dijo Nadal, pero el deseo de triunfo simplemente no lo puede disimular.
A Rafa ya no le dará el físico, pero le queda un último aliento, que sería jugar en Roland Garros y luchar por su título número 15 en este certamen perteneciente al Grand Slam (increíble), además de que tiene otro sueño: despedirse con una medalla de oro olímpica en París 2024, jugando en la misma arcilla del Bosque de Boloña.
Mientras tanto, las ausencias por lesiones han sido notables en Madrid, más en los hombres que en las mujeres.
Tanto la WTA como la ATP están tratando de cuidar a las figuras para que no se lesionen, tengan más tiempo de recuperación entre partidos, pero también con el objetivo de vender más boletos, aumentar ratings de televisión en todo el planeta y que las y los tenistas duren más como ganadores, pues —a final de cuentas— los grandes torneos se nutren de las figuras, de los nombres, además de los aficionados y los patrocinadores.
Madrid sólo quería ver a Carlos Alcaraz triunfar y a Rafa Nadal despedirse, a pesar de haber tenido una final de mujeres impresionante, con la campeona Iga Swiatek y la siempre combativa Aryna Sabalenka.
En los hombres, Djokovic no jugó, mientras que Jannik Sinner, Alcaraz y otros abandonaron, cuidándose de la feroz competencia por puntos en la clasificación, para llegar sanos a los grandes compromisos programados, como Roma, Roland Garros, Wimbledon, los Juegos Olímpicos, y nadie quiere estar ausente de la gran fiesta, así que prohibido lesionarse.