Los cuatro torneos del Grand Slam son las cerezas del pastel en los circuitos de la ATP y la WTA, más allá de que son eventos donde el Comité del Grand Slam (Australia, Roland Garros, Wimbledon y US Open) se maneja aparte, con la salvedad de que utilizan las clasificaciones como referencia, pero pueden hacer las siembras y el cuadro como ellos decidan.
Eso sí, los puntos que se obtienen en estos certámenes sirven para las clasificaciones.
—La primera semana de los torneos del Grand Slams son como el primer asalto en el boxeo, con mucho estudio. Los cuadros son de 128 mujeres y 128 hombres.
—Los grandes nombres, como Jannik Sinner, Carlos Alcaraz, Novak Djokovic y Alexander Zverev en hombres, mientras que en las mujeres Aryna Sabalenka, Iga Swiatek y Coco Gauff, por lo regular tienen rondas relativamente fáciles, aunque recordemos que no hay enemigo pequeño.
—Las verdaderas revelaciones son las y los tenistas menores de 20 años de edad. La rusa Mirra Andreeva de 17 años, el brasileño Joao Fonseca de 18, Jakub Mensik de la República Checa (19), el francés Arthur Fils (20) y varios más, son los que destacan.
—La buena actuación de la mexicana Renata Zarazúa, ganando en la primera ronda del Abierto de Australia, ha reanimado a la afición del muy maltratado tenis de México, que continúa rezagado en los últimos lugares de América Latina y cada vez está peor de desorientado y desaprovechado por sus “entusiastas” directivos, que —aunque no lo creamos— se quieren reelegir.
La Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) dirigida por Rommel Pacheco, así como varias organizaciones del tenis nacional e internacional, saben muy bien y están bien enteradas del desorden en la Federación de Tenis de nuestro país.
Es una federación rota, que más bien parece una desorganizada kermés.