La simplificación que hizo Trump del conflicto entre Israel e Irán como “la guerra de los 12 días”, que él concluyó con el bombardeo de las instalaciones nucleares de Irán, pone de manifiesto su clara tendencia a trivializar el tema de la paz. Pensar que con este evento se podrá lograr una paz duradera es tanto como creer que las hostilidades y las amenazas entre estos dos países se han desvanecido.
Una encuesta de la revista The Economist, días antes del ataque de Estados Unidos a Irán, revelaba que 60% de los estadounidenses estaban en contra y solo 16% a favor. Incluso entre los republicanos y los partidarios de MAGA, había un gran número de opositores a este ataque. Nadie en Estados Unidos parece querer verse involucrado en un nuevo Irak o Afganistán.
Para Trump el ataque fue espectacular y se logró plenamente el objetivo de destruir la capacidad de Irán para construir armas nucleares. Sin embargo, poco sabemos sobre la magnitud del daño causado y si su decir corresponde a la realidad. Probablemente sabremos un poco más en los próximos días y meses, pero al final, como sucede con Corea del Norte, nadie en Occidente parece saber a ciencia cierta en qué punto se encuentra su proyecto nuclear.
Cuando llegó al poder para un segundo periodo, el presidente Trump anunció una y otra vez su capacidad – a diferencia de su antecesor – de terminar con la guerra entre Rusia y Ucrania. A la fecha los morteros siguen sonando sin visos de acallar. A unos meses de estos anuncios, lo que hemos visto es que la contribución de Trump a la paz es convencer a Ucrania sobre la conveniencia de aceptar la cesión de parte de su territorio. Ni siquiera se ha logrado un cese al fuego y existen serias dudas sobre la neutralidad de la posición de Estados Unidos. Sus gestiones han tenido un pobre o nulo resultado para alcanzar la paz.
En el caso del conflicto entre Israel y Gaza la posición de Estados Unidos ha sido de muy poco ayuda. Claramente sesgada a favor de Israel, su posición como mediador o promotor de la paz tiene poca credibilidad y no ha tenido efecto alguno para esta meta. Mismo es el caso en el escenario del conflicto ente Israel e Irán. Pensar que la diplomacia de las cañonera puede resolver este tipo de conflictos es una quimera.
Para Trump lo único importante de estos episodios parecen ser los dividendos políticos internos lo cual no resultan fácil de entender viniendo de un país otrora artífice del orden mundial y principal vigilante de su buen funcionamiento. Para ser lo que era Estados Unidos en el orden mundial contaba con cuatro herramientas: el poder militar; la diplomacia; el poder económico y el llamado poder blando.
Actualmente Estados Unidos mantiene el predominio del poderio militar con el mayor presupuesto mundial, un ejército para dos guerras convencionales y la tecnología de guerra más avanzada. Sin embargo, a partir de la Segunda Guerra Mundial, no ha ganado una sola guerra en las que se ha involucrado, su poderío se ha visto cuestionado por nuevos enemigos y tipos de amenazas y ha dejado de ser líder indiscutible de la primera alianza militar. Actualmente la mayoría de los estadounidenses están reticentes a pelear una guerra fuera de su territorio.
Su diplomacia, otrora de gran efectividad para contener conflictos en el orden global, se ha visto mermada por la pérdida de liderazgo y credibilidad y por el debilitamiento de su andamiaje institucional. El abandono paulatino del multilateralismo, espacio por excelencia para dar forma y ajustar las reglas y dinámicas del orden internacional, le ha quitado también capacidad de influencia.
El poder económico, herramienta para generar programas de asistencia y de promoción de la inversión en otros países, ha dejado de ser una carta de presentación de Estados Unidos. La política del actual gobierno de promover las inversiones en su territorio y desincentivar la inversión en el extranjero, ha reducido sustancialmente el uso de esta herramienta, mientras que países como China la han convertido en componente central de sus relaciones con el mundo.
Finalmente, el poder blando, que se manifiesta a través del apoyo de programas sociales y culturales, es el que ha recibido el golpe más duro. La agencia de cooperación USAID, la más grande y consolidada del orbe, con un presupuesto de 41 mil millones de dólares para 2025, despareció por completo con la entrada de la nueva administración. La restricción de visas para estudiantes extranjeros va en esta misma dirección.
Las instalaciones nucleares iranies se encontraban a más de cien metros de profundidad, lo que hacia casi imposible para cualquier país, - incluyendo Israel – destruirlas sin las armas estadounidenses. Sin embargo, este episodio sirvió tan solo para demostrar poderío militar, necesario y suficiente para dar un golpe quirúrgico muy mediático, pero no para dirimir un conflicto, recuperar liderazgo o pavimentar el camino hacia la paz. lherrera@coppan.com