En días recientes el Banco Mundial publicó su reporte sobre presencia y actividad del crimen organizado en el mundo en el que México aparece como el tercer país más activo después de Colombia y Myanmar. La presencia del crimen organizado mexicano en el mercado ilegal de fentanilo se ha convertido en el principal tema de distanciamiento y conflicto entre México y Estados Unidos.
La colusión entre el crimen organizado y la actual clase gobernante en México parece haber llegado a un punto crítico en la disolución de la confianza bilateral. Esto se convierte en tragedia cuando el gobierno de Estados Unidos decide actuar en consecuencia y de manera unilateral. Para el actual secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, “en México los carteles son más poderosos que el gobierno”. Por su parte Trump declaró: “México es un país en el que los carteles de la droga controlan una gran parte del territorio” El crimen organizado mexicano aparece como el enemigo a vencer.
Desde el primer día de su gobierno el presidente Trump anunció la imposición de aranceles a México y Canadá como una medida de presión para detener el tráfico de drogas y de migrantes indocumentados, señalando que el futuro de la relación dependería de los resultados frente a sus demandas. El gobierno de México ya tenía a los militares activos en la contención del flujo de migrantes indocumentados, pero en materia de persecución del crimen organizado el gobierno de su predecesor había hecho muy poco dejando vacíos que permitieron la colusión del crimen organizado con autoridades locales y federales.
El pasado 11 de abril en conversación telefónica el presidente Trump le ofreció a la presidenta Sheinbaum enviar tropas a México para combatir al crimen organizado. La presidenta declinó amablemente el ofrecimiento a sabiendas de que es un mensaje muy claro de la percepción del mandatario estadounidense de que el gobierno mexicano no tiene el control de la situación.
Como un hecho sin precedente, el gobierno de Estados Unidos instauró en abril una Zona de Defensa Nacional en Nuevo México con 7,500 efectivos del Comando Norte, autorizados a detener migrantes indocumentados y entregarlos a las autoridades migratorias de su país. Días después se estableció una segunda Zona de Defensa Nacional en Texas.
El evento más reciente fue el anuncio de la cancelación de visas de Estados Unidos a la gobernadora de Baja California y a sus familiares y colaboradores cercanos, así como el congelamiento de sus cuentas en Estados Unidos. En el caso del alcalde de Matamoros, fue detenido al intentar ingresar a Estados Unidos y después de un largo interrogatorio se le revocó la visa. Un duro golpe para gobernantes fronterizos en funciones para quienes la presencia e interacción con el país del norte es esencial.
La actual relación entre los dos países esta permeada por la volatilidad y la incertidumbre como resultado de la ausencia de un marco institucional para el tratamiento de la amplísima agenda bilateral. Por el contrario, actualmente la mayor parte de las pautas para conducir la relación vienen del norte y México, sin una agenda propia, se debe acomodar para amortiguar el daño.
La propuesta estadounidense dista de ser amistosa y recíproca. Hasta ahora su principal herramienta de presión han sido los aranceles. Para México este tema se vuelve critico ante la total incertidumbre de lo que busca el presidente estadounidense con el T-MEC ¿revisarlo, renegociarlo o desaparecerlo? Hasta ahora nadie lo sabe. ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar el gobierno de Estados Unidos en el combate al crimen organizado en México e impedir la entrada de drogas y migrantes indocumentados por sus fronteras? La respuesta es incierta.
Una vez catalogados los carteles mexicanos como organizaciones terroristas, de acuerdo con sus leyes, cualquier sospechoso de pertenecer o hacer negocios con estos actores está sujeto a medidas como las que le aplicaron a la gobernadora de Baja California. Un ataque masivo en esta dirección podría ser devastador para Sheinbaum; poco puede hacer el gobierno de México para evitarlo.
Está anunciada la llegada del nuevo embajador de Trump en México, Ronald Johnson, lo que seguramente le dará una nueva dinámica a la relación, pues todo indica que estará lejos de ser una figura protocolaria. Sus antecedentes y su cercanía con los cuadros más duros del gobierno de Trump lo perfilan como un hueso muy duro de roer.
López Obrador decidió gobernar sin considerar las señales del exterior e ignorando en buena medida las preocupaciones de los vecinos del norte. Claudia Sheinbaum enfrenta el panorama opuesto. Una ofensiva del gobierno de Trump en todos los frentes que resulta imposible ignorar. La atención a la relación con Estados Unidos se convierte entonces en inevitable y en un tema central de su agenda. Las inconsistencias y arbitrariedades del gobierno de Trump en poco ayudan a mejorar la relación. No es un interlocutor confiable. Con él la relación siempre será incierta e impredecible lo que obliga la presidenta Sheinbaum y su equipo a no baja la guardia.
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