No, no son ocurrencias. Las ideas de Donald Trump, y de otros populistas, son arraigadas, responden a una visión mercantilista, a un mundo de suma cero congruente con su forma de vida: la única manera de ganar es que el otro pierda. Como él mismo ha escrito, con estos estándares éticos ha manejado sus negocios y relaciones personales y así quisiera manejar las relaciones internacionales.

Su visión sobre la fortaleza del dólar y aranceles es tan añeja como errónea. La diferencia es que ahora cree que tiene, o tenía al inicio de su segundo cuatrienio, las palancas para implementarla y sin oposición con un gabinete de 90 por ciento de lealtad.

El presidente piensa que el status del dólar como la moneda de reserva por excelencia lo encarece más allá de su valor normal por su fuerte demanda, independiente de la relación que tengan inversionistas para con Estados Unidos. Para Trump, el a que se refería Valery Giscard d’Estaing hace 60 años, es un subsidio a favor del resto de las economías al encarecer sus exportaciones, abaratar importaciones y desindustrializar Estados Unidos, en particular el medio oeste.

El atractivo para invertir en Estados Unidos, ser refugio en momentos de incertidumbre y que el dólar sea moneda de reserva, generan un superávit de cuenta de capital que tiene como contraparte el déficit de cuenta corriente, cuyo principal componente es el comercial. El saldo de la cuenta de capital es siempre espejo del de cuenta corriente, pero con signo negativo. La causalidad es bidireccional: un déficit corriente requiere para su financiamiento de un superávit de la cuenta de capital a través del cual inversionistas extranjeros acumulen activos en dólares. O, una desacumulación de activos, al pasar éstos a manos extranjeras, permite vivir más allá de los ingresos de un país y tener por lo tanto un déficit comercial y de cuenta corriente. Los fuertes desequilibrios de la balanza de pagos terminan siempre en problemas, pero el status del dólar permite a Estados Unidos desbalances crónicos.

En el caso de Estados Unidos se dan los tres elementos: una demanda permanente de dólares al ser moneda de reserva, lo cual implica acumulación de activos por extranjeros; un fuerte atractivo para la inversión extranjera tanto por rentabilidad como por su calidad de refugio; y un gasto excesivo que se traduce en un déficit de cuenta corriente que requiere financiarse. Este déficit puede reducirse con éxito si el dólar dejara el monopolio de moneda de reserva, si Estados Unidos se volviere menos atractivo o si redujere su absorción, gasto en consumo e inversión. Las tres opciones son dolorosas e implican una caída en el bienestar y en la disponibilidad de satisfactores para las preferencias y necesidades de los estadounidenses.

El presidente Trump quisiera descansar en la primera, hacer el dólar menos atractivo para contrarrestar su calidad de moneda de reserva y en una deseada reindustrialización forzada de su economía. Para promover la depreciación relativa de su moneda quisiera menores tasas de interés e inflación, para ello menores precios de gasolina y mayor disponibilidad de oferta de petróleo de los tres principales productores: Estados Unidos, Arabia Saudita y Rusia. “Drill, baby, drill”. Para “recuperar” la industria pretende cerrar la economía y renegociar la relación comercial con otras economías por medio de la extorsión.

La idea consiste en evitar un supuesto estadounidense. Por él se entiende una trampa en la que cae una economía cuando el éxito exportador de un bien de naturaleza rentista, aquél que genera utilidades constantes por encima del pago competitivo a los factores de producción, ganancias con poco esfuerzo, resulta en una apreciación creciente de la moneda al tenerse superávit comerciales excesivos. La apreciación disminuye la competitividad de todas las otras exportaciones y la economía termina con una monodependencia peligrosa, sobreexpuesta a fluctuaciones de precio. En este caso se exporta moneda en dólares que la apreciaría causando la desindustrialización de que habla Trump.

Con base en este razonamiento el gobierno de Estados Unidos aspira a la depreciación de su moneda, aunque no lo reconozca así, y para ello tasas de interés cada vez más bajas para reducir el atractivo de su divisa. Amén de que ser moneda de reserva es un privilegio que otras economías anhelarían tener, el problema para Trump reside en el hecho de que el fuerte déficit de cuenta corriente que Estados Unidos experimenta desde hace tiempo, y que ha crecido en los últimos años como se ve en la gráfica anexa, resulta de su atractivo para la inversión y refugio en tiempo de incertidumbre y de que el gobierno gasta muy por encima de sus ingresos. El déficit público en cada uno de los últimos cinco años ha sido superior a cinco por ciento del producto interno bruto, con un promedio de 8.9 por ciento y un deterioro que precede a la crisis de Covid.

Luis Fernando de la Calle Pardo
Luis Fernando de la Calle Pardo

Para Trump, Estados Unidos también pierde al cobrar menores aranceles que la mayoría de los países ya que esto implica que sus exportaciones son sujetas a mayores impuestos. Por ello ha iniciado una guerra comercial y apelado a las excepciones de seguridad nacional de la Organización Mundial de Comercio para imponer aranceles muy superiores al máximo comprometido desde hace muchos años.

La mayoría de los economistas considera ambas ideas, debilitar al dólar e incrementar aranceles como mecanismo para la reindustrialización, pobres y contraproducentes. Muchos de lo que habían abogado por políticas industriales y comerciales más agresivas, y que dieron a personas como Trump cierta justificación intelectual, ahora argumentan que así no.

La política económica implementada por Trump en sus primeros 100 días se topa con la terca realidad: la aspiración de bajas tasas de interés con un dólar debilitado parece difícil de alcanzarse. El dólar se ha efectivamente debilitado (caída de ocho por ciento medido por el ICE U.S. Dollar Index desde la toma de posesión), pero las tasas de interés del mercado han subido y el valor de los bonos de gobierno caído de manera importante. El rendimiento del bono de diez años del gobierno de Estados Unidos superó 4.5 por ciento, mientras que el de 30 años cinco en los últimos días. Es probable sigan subiendo. Lossuben también en el resto de las economías importantes.

El incremento en tasas de interés resulta de la pérdida de atractivo. La intensa guerra comercial y sus vaivenes lo vuelve menos confiable, menos predecible, refugio menos seguro, en particular para importantes compradores de bonos de Tesoro en Asia y Europa que no sólo tienen ahora superávit de cuenta corriente más reducidos para acumular dólares, sino también menos apetito para hacerlo. La reversión parcial de agresivas amenazas arancelarias, que no eran sostenibles ni creíbles y terminarán con una para México, transmite no sólo falta de planeación e improvisación en la implementación, sino debilidad. Hoy queda claro que la arraigada aspiración autárquica no es factible e implica un alto costo económico y político, que Estados Unidos necesita de otras economías, en particular de sus principales socios comerciales incluidos México, Canadá, China y otros.

Pero más importante es la creciente percepción de que la situación fiscal del gobierno de Washington puede volverse no sostenible y sin expectativas de que existan ni la voluntad, ni la habilidad para corregirla.

Trump parece haber inyectado incertidumbre a la economía en el momento en que se necesitaba lo contrario. Venderá cualquier ajuste como pragmatismo planeado. La realidad es que parte de diagnóstico y remedio errados. Sin embargo, la economía de Estados Unidos terminará siendo exitosa por ventajas estructurales relativas con respecto a su competencia asiática y europea, gracias a la demografía, el avance tecnológico y el ecosistema emprendedor, casi con independencia de las políticas públicas.

En estas circunstancias, México debe abocarse a generar certidumbre y atractivo, más importantes que nunca, para también aprovechar sus fuertes ventajas estructurales.

X: @eledece

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Comentarios