Sobrecogen las escenas del fuego que consume varias zonas forestales en Los Ángeles. Las llamas han reducido a cenizas lujosos suburbios de Eaton, Pacific Palisades, Woodley y Hurst. Calamidades de esta envergadura arrasan en un santiamén a personas, construcciones e inversiones; sobre todo, liquidan las certezas sobre las que se sostienen proyectos de vida individuales y nacionales.
La lumbre política se expanden con rapidez en diversas regiones del mundo y deja en escombros a las instituciones y convierte en humo las reglas, escritas y no escritas, que daban soporte al llamado orden internacional.
La situación la estudian especialistas y se escribe sobre el tema, pero hay que repetirlo: asistimos al cierre de un lapso histórico en las relaciones internacionales. Para interpretar correctamente los hechos y prever las consecuencias que tendrá este fin de periodo en México hay que comprender las claves del tiempo en que vivimos.
Los historiadores nos ilustran cómo ocurrieron los acontecimientos en el pasado, pero son pocas las personas que logran entender el significado profundo de lo que ocurre día con día, así como sus efectos directos en nuestro medio.
Tener “sentido de la historia” no es habilidad común. Suele ocurrir que los últimos que comprenden su coyuntura existencial -si tuvieron la suerte de subsistir- son los que vivieron durante esos periodos caóticos de transformaciones y reacomodos socio políticos.
En las guerras, los soldados supieron la dirección que dieron a los disparos de sus armas y las coordenadas de los objetivo al lanzar sus bombas, pero raras veces alcanzaron a comprender el destino trascendental de las órdenes superiores que ejecutaron y menos aún su efecto en la configuración de los equilibrios del orbe. Tal vez sus descendientes veneren una medalla que lo acredita como participante en una gesta o una tragedia que cambió al mundo, pero los protagonistas rara vez lo supieron.
En eso estamos: en el Medio Oriente –región señera en los grandes capítulos de la historia de la humanidad– hay una melé de disputas armadas vinculadas ejes religiosos, ideológicos y geopolíticos. La invasión rusa a Ucrania quebró la estabilidad europea. La consolidación de China como potencia global rompió el unipolarismo de EU. Latinoamérica se desgaja por la tragicomedia de Venezuela y el elenco de dictaduras bananeras que la acompañan.
El aplastante triunfo del movimiento Make America Great Again (MAGA); potenciado por el dueto Trump-Musk, llevó a la cima de la aún primera potencia mundial, a un proyecto estrambótico que fusiona al ultranacionalismo con tecno liberalismo, racismo anti migrante con conservadurismo cultural, aislacionismo comercial con “love of tariffs”, todo aderezado con estridente humor neoimperialista.
Estamos a 10 días de que comience el show en la Casa Blanca, México tiene palco de primera fila en esa puesta en escena epocal. Por lo que se escucha en las mañaneras y lo exhibido en la reciente reunión anual del cuerpo diplomático mexicano, parece que los responsables de guiar a México en esta histórica reconfiguración del orden mundial andan como Cantinflas en la guerra.
Exembajador.
@lf_bravomena