En México, la desigualdad y la pobreza se han convertido en un problema apremiante que requiere atención inmediata. A pesar de ser reconocidos como prioridades durante décadas, la realidad es que no se han abordado de manera efectiva. Esta situación es preocupante, ya que no solo afecta la calidad de vida de millones de mexicanos, sino que también obstaculiza el desarrollo sostenible del país. Vale la pena explorar la situación actual y las causas de esta desigualdad, así como soluciones viables para superar este obstáculo y construir una sociedad más justa y equitativa.
Para comprender plenamente la magnitud del desafío al que se enfrenta México, es esencial examinar algunos datos y cifras clave. Según un informe del Banco Mundial de 2021, México es uno de los países con la incidencia de pobreza más alta del mundo, en el lugar 74, también es de los más desiguales de América Latina, con un coeficiente de Gini de 0.45, donde 0 representa la igualdad perfecta y 1 la desigualdad extrema. Si la economía mexicana se encuentra en el lugar 14-15, es evidente que no hay una repartición equitativa de la generación de riqueza. Según cifras del CENEVAL, el 53% de los mexicanos está en la pobreza desde hace más de 30 años. A pesar de muchas declaraciones y posturas demagógicas a través del tiempo, en algunos años el porcentaje es ligeramente mayor o menor, pero el nivel general de la pobreza no cambia. Una preocupante excepción es la última medición donde la pobreza extrema empeoró de manera importante, del 9% de la población en el 2019, al 11 % en el 2021, habrá que estar atentos a las cifras del año pasado que se publican en un par de meses.
Esta brecha en la distribución de ingresos y riqueza se refleja negativamente en muchos aspectos de la vida cotidiana de los mexicanos. Algunas de las consecuencias son obvias; la desigualdad limita las oportunidades de empleo y salarios dignos para millones de personas. La organización “Acción ciudadana frente a la pobreza” estima que 4 de cada 10 personas empleadas no gana lo suficiente para comprar dos canastas básicas. La desigualdad también afecta la calidad de la educación. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México se encuentra rezagado en comparación con otros países miembros en términos de rendimiento académico de sus estudiantes. Además, la brecha educativa entre las zonas urbanas y rurales es significativa, con un acceso limitado a una educación de calidad en áreas remotas y marginadas. Adicionalmente, el rezago se manifiesta en la falta de acceso a servicios básicos de salud. Según la Secretaría de Salud de México, el país enfrenta desafíos significativos en términos de acceso a servicios médicos y cobertura de seguro de salud. Las disparidades regionales son evidentes, con áreas rurales y comunidades indígenas experimentando mayores dificultades para recibir atención médica adecuada.
Las causas subyacentes de la desigualdad en México no son difíciles de identificar, empezando por la corrupción y falta de transparencia. Los altos niveles de corrupción socavan la confianza en las instituciones públicas y desvían recursos que podrían destinarse a programas y servicios que beneficien a la población más vulnerable. La concentración desproporcionada de la riqueza en manos de unos pocos ha perpetuado la desigualdad. Un estudio de la OCDE muestra que los trabajadores mexicanos únicamente reciben el 26% del producto nacional. Como comparación, en Estados Unidos es el 54%, en Costa Rica el 45% y en Brasil el 44%. La desigualdad de género también desempeña un papel importante en la desigualdad en la sociedad mexicana. Las mujeres enfrentan
discriminación en el ámbito laboral, acceso limitado a la educación y oportunidades económicas desfavorables.
Abordar la desigualdad y la pobreza en México no es una tarea fácil, pero es esencial para construir un país más justo y próspero; requiere un compromiso político sostenido, una asignación adecuada de recursos y la participación activa de la sociedad en general. Si México toma medidas efectivas en estas áreas, puede alcanzar avances significativos en la reducción de la desigualdad y la erradicación de la pobreza, siguiendo el ejemplo de países como Costa Rica y Uruguay que han tenido éxito en este ámbito. Este es probablemente el desafío más importante que enfrenta México en la actualidad. Es necesario abordar las causas subyacentes de esta desigualdad y promover políticas y medidas concretas que fomenten la redistribución de la riqueza, fortalezcan los programas sociales, promuevan la igualdad de género, impulsen el desarrollo regional equitativo y combatan la corrupción. Solo a través de un enfoque integral y coordinado se podrán superar los obstáculos y construir un México más próspero, inclusivo y sostenible para todos.
*@LuisEDuran2, Presidente del Comité de Difusión de la COPARMEX