Un gobierno enérgico es esencial para la seguridad nacional

Alexander Hamilton

“We’re taking those sons-of-bitches out”, dijo antier el presidente Donald Trump en el Despacho Oval, acompañado de su secretario de Guerra, Pete Hegseth, se refería a los narco-terroristas que, según la narrativa del movimiento MAGA (Make America Great Again), inundan de drogas —particularmente fentanilo— las calles de Estados Unidos y provocan alrededor de cien mil muertes anuales por sobredosis.

Trump también habló de otras drogas, por ejemplo, de la cocaína originaria de Colombia, y amenazó con atacar, incluso por tierra, a los países que trafican droga hacia Estados Unidos.

¿Atacar a los países o atacar a los “bad hombres” de esos países?, interpretar a Trump, simplemente por el uso del lenguaje sin tomar en cuenta la emoción y la víscera es no entender nada. Al menos, yo creo que, claramente, Trump se refiere a ambos puntos: a los países y a los narcos de esos países.

De acuerdo a su lógica, si la droga de los cárteles llega a Estados Unidos es gracias a los gobiernos ineptos e incapaces de controlar el problema.

Trump piensa que, si Estados Unidos se llena de sustancias ilícitas, es culpa tanto de los malandros que trafican la droga como de los gobiernos de los países que no los detienen.

Nada se habla del abuso brutal de los gringos a lo ilícito, ni de la falta de programas de prevención, ni de la crisis económica, social y finalmente emocional que está llevando a los norteamericanos a buscar lo que sea para evadir su complicada realidad. Nada nunca será culpa de los Estados Unidos de acuerdo a Estados Unidos.

Sin embargo, Trump tiene un punto: los gobiernos latinoamericanos como Colombia, Venezuela o México han fallado estrepitosamente en cuanto a sus controles de seguridad internos, provocando un infierno de crímenes en sus países al tiempo que sus cárteles se enriquecen con decenas de miles de millones de dólares.

Pero la reciente ira y amenaza de ataques territoriales a los países que “mandan drogas a Estados Unidos” puede tener su origen no solo en Venezuela, sino en nuestro país.

El hijo del Chapo, Joaquín Guzmán López, el Güero, ha cantado y se ha ganado una pena mínima además de tratos preferenciales para él y su hermano Ovidio, y ha cantado tan fuerte que el eco parece retumbar en Venezuela.

Es cierto que ha puesto en la mira del Tío Sam a políticos como Rubén Rocha Moya, que al parecer fue el convocante de la reunión donde secuestraron al Mayo Zambada y mataron a Héctor Melesio Cuén, su rival político.

Y Guzmán podría haber cantado también sobre Américo Villarreal y los negocios turbios que lo encumbraron y pagaron su campaña política para Tamaulipas, y también sobre decenas de políticos de todos los niveles que facilitaron la creación del más grande imperio criminal en la historia reciente del planeta.

Pero El Güero también pudo haber hablado bastante sobre sus socios internacionales.

Fuentes de inteligencia en ambos lados de la frontera, propagan con fuerza una versión sobre el vínculo que habría entre el Cártel de los Soles de Nicolás Maduro y los cárteles mexicanos, que supuestamente habrían sobornado al ejército al grado de comprar el espacio aéreo venezolano y también sus fronteras terrestres, para realizar complejas operaciones de trasiego internacional.

Además, en el caso de Colombia, la baja atención al control de operaciones ligadas al narco, así como la reticencia a cooperar con agencias como la DEA o la misma CIA desde el arribo de Petro en Colombia, habrían facilitado a los cárteles mexicanos el tráfico multimillonario a Estados Unidos.

Las versiones apuntan al flujo de recursos millonarios que pudieron terminar en el financiamiento de campañas políticas que llevaron a movimientos de izquierda a gobernar países de Latinoamérica, incluido México.

De momento, la última gota de prudencia le ha ganado a Donald Trump y este ha mantenido, al menos públicamente, al margen del escándalo a México y a Claudia Sheinbaum.

Veremos cuánto dura.

De Colofón.- Otro tema que preocupa al gobierno de Estados Unidos es la prohibición de vapeadores en México, lo que sin duda resultará en un regalo en forma de mercado negro para el crimen organizado que ya controla gran parte del negocio.

Llegarán los Narco Vapes y Narco Cigarros, por si algo nos faltaba…

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