El mundo es un escenario, pero la obra tiene un pésimo reparto —Óscar Wilde
A Morena le encantan las encuestas. Les dan un aire democrático, como si todo dependiera de “la voz del pueblo”. Pero ya nadie se traga ese cuento. ¿Cuántas veces hemos visto que las cifras salen mágicamente a favor de quien ya estaba palomeado desde arriba?
Ahí está el ejemplo de 2020: Porfirio Muñoz Ledo denunció que la encuesta para elegir a Mario Delgado como dirigente estaba amañada. Y en 2023, Marcelo Ebrard —ni más ni menos que el canciller— salió a decir que el proceso que encumbró a Claudia Sheinbaum estuvo lleno de irregularidades. ¿Y qué pasó? Nada. La “metodología” es intocable. La encuesta en Morena no mide, ¿bendice?
Luego está la historia de los comités. Morena presume más de 71 mil en todo el país y presume músculo en Guerrero con más de dos mil. Muy bien. Pero, ¿alguien ha visto un informe público de qué hacen, de cómo se financian, de quién los supervisa? Nadie. Y cuando preguntamos, la respuesta es siempre la misma: silencio. Lo que sí vemos son líderes comunitarios que cuentan cómo esos comités sirven para acarrear votantes en campaña, no para representar a la gente. Es la vieja política con camiseta nueva.
Pero la narrativa guinda se estrella con la realidad. En sus últimos comunicados presumen que 13.4 millones de mexicanos dejaron la pobreza entre 2018 y 2024, según el Coneval. Dato cierto. Pero, ¿eso borra los escándalos de nepotismo y los casos de riqueza inexplicable en la cúpula del partido? Por ejemplo, Amílcar Olán, el amigo de Andy López Beltrán, que terminó con contratos jugosos en el Tren Maya. O Mario Mabarak, el empresario fantasma que colecciona contratos y lujos con la bendición de gobernadores morenistas. La narrativa de austeridad y pueblo se cae cuando la opulencia se pasea en camionetas blindadas.
A ver, ¿se puede creer un poquito en las encuestas? Pues tampoco. Las encuestas siempre favorecen al que ya tiene nombre, padrino y exposición mediática. ¿Se acuerdan de #EsClaudia? ¿Quién iba a ganarle a Sheinbaum en 2023? ¿Monreal? ¿Adán Augusto? Ni con toda la fe del mundo. El método premia a los que ya traen reflectores, no a los liderazgos emergentes. Así que, eso de que hay “piso parejo”, permítanme reírme.
En Morena no se cansan de repetir que su fuerza está en el pueblo. Pero no transparentan encuestas, no fiscalizan comités y se llenan la boca con cifras mientras toleran escándalos de corrupción. Lo que antes era dedazo presidencial ahora se llama encuesta interna. Escenografía, luces y supuestas metodologías que se aplauden como si fueran oráculos. El guion siempre tiene el mismo final: gana quien ya estaba escrito en el libreto del poder. Y cuidado, porque es un teatro caro: se montan estructuras, se contratan encuestadoras a modo, se reparten cargos y se da la función para la tribuna. El público, nosotros, sólo tenemos que aplaudir la obra, aunque todos sepamos que la democracia no está en el escenario, ni siquiera detrás del telón.
@LuisCardenasMX






