Si las opciones son una presidenta corrupta o una narcopresidenta, la cosa pinta de la fregada: la única garantía es que para el 2030 el país será una tragedia más siniestra e inmunda.
La narrativa de las candidatas no dice nada nuevo, las acusaciones son de un estupor denso que provoca más bostezos que sorpresas y en nada abonan en ganarse a los indecisos que parece terminarán optando por la abstención o por algún meme.
¿Puede ser Claudia Sheinbaum una presidenta ligada al narcotráfico? Una liga directa de la actual líder en las encuestas con algún cártel de la droga simplemente no aparece en el radar. Sheinbaum es una general disciplinada al viejo estilo priista de un partido que, empero, ha demostrado turbios nexos con el crimen organizado en algunos de sus casos.
Por ejemplo, el presidente de Morena sostuvo relaciones muy estrechas con Sergio Carmona, empresario asesinado en noviembre del 2021 en Nuevo León y ligado a redes de huachicoleo y crimen organizado.
De acuerdo con múltiples testimonios e investigaciones, Carmona habría financiado varias campañas de políticos en Morena, como la del hoy gobernador Américo Villarreal, en Tamaulipas, vinculado a grupos criminales y que obtuvo el apoyo abierto de Octavio Leal Moncada, líder de la Columna Armada, bajo amenazas de muerte a la población que no votase por Villarreal.
Sí, creo que de Américo Villarreal habría mucha más tela para el mote de narcogobernador, que seguro terminaría compartiendo con varios, la mayoría de su propio partido en el país.
El jefe político de Sheinbaum, López Obrador, saludó a la mamá del Chapo Guzmán, hoy finada, y le facilitó herramientas para que pudiese visitar a su hijo en la Supermax de Colorado donde se encuentra purgando una sentencia por el resto de su vida. También es cierto que dejó libre a Ovidio Guzmán en una primera ocasión, aunque después terminó por detenerlo y entregarlo, casi ipso facto, a los Estados Unidos.
¿Narcopresidente?, no lo sé. A diferencia de otros impresentables en su equipo cercano, López Obrador más bien parece un presidente ingenuo con el mantra de la bondad universal y que prefiere ver hacia otro lado. Sin embargo, le guste o no, hasta la fecha, es el mandatario con más muertos en su administración desde la guerra contra el narco y tristemente cargará con el mote cuando llegue el momento de ser juzgado por la historia.
Pero, ¿puede Xóchitl Gálvez ser la candidata corrupta?, no, tampoco hay mucho sustento en las acusaciones de la 4T que, sin embargo, sí pueden aplicarse al grupo que rodea a la candidata opositora.
Alito Moreno y Marko Cortés tienen una larga cola que hiede a corrupción vomitiva, desde los McLaren de uno hasta los cochupos políticos de otro. Es cierto también que existe una investigación contra panistas capitalinos por el trillado Cártel Inmobiliario y que hay gente en la cárcel, todavía sin sentencia por el asunto.
Pero también es cierto que Xóchitl Gálvez nunca fue cercana a esos personajes. De hecho, era más bien adversaria y por otro lado, aunque puede funcionar bien en la narrativa de la 4T donde toda riqueza es sospechosa, tener contratos con el gobierno no es ilegal.
Con franqueza, creo que dolió más el mote de narcocandidata que de corrupta. Lástima que esto no es una pelea de preparatorianas sino un debate para gobernar uno de los 20 países más ricos del mundo.
Estamos jodidos.
DE COLOFÓN. Lleva una cómoda ventaja, sí, pero es menor a 10 puntos.
Viene la parte más álgida de la elección con ataques más y más fuertes, dicen que no están preocupados por la silla, pero el plan C queda descartado.
¡Y solo falta un mes para la elección presidencial!