Caminando ya en pleno mercado al aire libre después de pagar la entrada, empezamos a ver los puestos llenos de objetos. El primero que revisamos fue uno de una pareja mayor de vendedores rusos mostrando sus antigüedades: cristal, bronces, porcelanas, todo seleccionado, de buen gusto y bien acomodado sobre tres mesas formando una U. Me gustaron dos piezas a primera vista, un bronce de un caballo pura sangre con la cabeza en alto, firmado, de unos 30 cms de altura, de origen alemán, de finales del XIX muy fino; la otra pieza que también me gustó fue un busto de la Reina Nefertiti de principios del S. XX, de aproximadamente 20 cms de altura, en porcelana Oeslau (Alemania), con sello en azul y número de serie en la base, en muy buen estado. Vi los precios en las etiquetas adheribles, el caballo 350 y Nefertiti 120 dólares, decidí no precipitarme y seguir el recorrido, era temprano, estaba nublado (eso no ayuda para los vendedores de mercados al aire libre ya que hay menos compradores) y faltaba mucho que ver todavía.

Este mercado de pulgas, que tiene el pomposo nombre de Santa Mónica Airport Outdoor Antique and Collectible Market, abre el primero y cuarto domingo de cada mes, se encuentra en el aeropuerto de aviación general (aviones particulares, no comerciales, ni militares) en Santa Mónica, a nada de Los Ángeles, California. Es un mercado muy amable con muchos puestos en los que venden antigüedades, muebles victorianos y modernos, joyería (mucha), salvamento arquitectónico, muebles industriales, publicidad, carteles, ropa (mucha), tapetes, plantas, instrumentos musicales, libros (no tantos como me hubiera gustado), equipo deportivo, entre otras cosas.

Mercado de Pulgas de Santa Mónica, California
Mercado de Pulgas de Santa Mónica, California

El lugar donde se encuentran todos los puestos es un espacio bardeado, muy amplio y con muy buen estacionamiento junto a la pista de aterrizaje y despegue de aviones, los vendedores entran con sus autos, camionetas y tráileres, se acomodan haciendo filas, colocan mesas y carpas para mostrar toda su mercadería, no hay un recorrido establecido, hay una serie de pasillos no señalizados donde uno va caminando viendo todas las maravillas de las segundas manos ­­–prácticamente el noventa por ciento es segundas manos– que manejan estos comerciantes, muchos profesionales que se especializan en algún tema en particular, joyería de fantasía, tapetes, plata mexicana de los años 40 y 50 (vimos una colección fantástica de piezas importantes). Como en todo, hay los que se esmeran en tener muy buenas piezas y bien expuestas, otros que llevan cualquier cosa para vender, con todo y todo no deja de ser fascinante buscar lo que no sabemos que vamos a encontrar.

Ted, mi hijo con el que fui al mercado, también vio en los primeros puestos un anillo que le gustó para llevarle de regalo a Pilar, su esposa, pero no se decidió; en estos mercados al no decidirse en comprar algo en el momento se corre el riesgo de regresar más tarde a buscarlo y encontrar que ya se vendió, por lo general son piezas únicas e irrepetibles por lo que siempre hay que acordarse que nos arrepentimos más de lo que no compramos que de lo que compramos.

Caminamos un poco más y vimos un puesto con pesas, raquetas y bastones de golf en el piso, Ted inmediatamente se agachó para revisar los bastones y levantó un putt de los años 30 que le gustó porque el fuste era de madera, ¿cuánto, preguntó…? $12 dólares pero te lo dejo en $10 y tengo más, contestó rápidamente el dueño del puesto y en un momento lo dirigió a su auto, un compacto que estaba junto al puesto, al abrir la cajuela fue tal nuestra sorpresa al ver que había más de 50 bastones, escogió un putt y dos wedge (fierros) más, también de fuste de madera, no tan viejos ni tan bonitos como el primero pero a $4 dólares cada uno, no se valía ni regatear ni dejarlos en la cajuela, por lo que los fuimos cargando el resto de la visita y después hasta México.

Continuamos caminando y encontramos un puesto de una mujer muy agradable que tenía en dos mesas cerros de banderas de señales marítimas nunca usadas de los años cincuenta, de una fábrica alemana; Ted escogió rápidamente una que representa la letra M y que al mismo tiempo parece la bandera escocesa ya que es la X en blanco con el fondo azul, bonita compra para decorar cualquier pared.

Mercado de Pulgas de Santa Mónica, California
Mercado de Pulgas de Santa Mónica, California

En otro puesto con antigüedades y mucha mantelería fina había tres dados de madera de seis lados de 40 cms de altura aproximadamente, cada lado con un motivo diferente pintado a mano, un camarón, un venado, un cangrejo, un gallo, un pescado, una calabaza y, según lo que el vendedor nos explicó, es un juego vietnamita con el nombre de Bau Cua Tom Ca que consiste en apostar previo a arrojar los dados, se avientan y se gana o se pierde dependiendo de los motivos en los que caigan; por su tamaño y el material en el que están realizados, los tres dados son para jugar en un jardín. Costaron $120 dólares y son un poco incómodos para cargar, pero valieron mucho la pena.

Mercado de Pulgas de Santa Mónica, California
Mercado de Pulgas de Santa Mónica, California

Ya de salida, volvimos al puesto de la pareja de rusos y ahí estaba esperándome la Reina Nefertiti de porcelana. Ya decidido a comprarla, pregunté que cuál era el mejor precio y el ruso me dijo que ya estaban por cerrar, que le hiciera una oferta para no negociar mucho, ¿$80 dólares? ofrecí, sacó una bolsa de plástico, metió a la Reina y me la entregó sin más ni más.

Por último, Ted corrió a buscar el anillo que vio cuando llegamos, ya en el puesto le preguntó al dueño por el anillo el cual no aparecía, pensamos que ya lo habían vendido y fue cuando el hijo del dueño le preguntó a su papá que qué buscaba, le explicó y el hijo le dijo que lo había cambiado de lugar, lo encontraron y Ted pagó los $80 dólares con el descuento que le hicieron. Así terminó nuestra visita al mercado de pulgas de Santa Mónica.

Mercado de Pulgas de Santa Mónica, California
Mercado de Pulgas de Santa Mónica, California
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