Ha sido un inicio de año muy activo para los tenistas internacionales, que desean llegar bien afinados al primer Grand Slam de 2025, que es el Abierto de Australia.
Tanto Jannik Sinner como Carlos Alcaraz han preferido llegar descansados, sin el ajetreo previo de jugar los torneos de preparación, lo cual es un arma de dos filos, especialmente para los mejor clasificados.
Sinner y Alcaraz se administran bien, ya que en el Abierto de Australia son draws grandes, de 128 jugadores; dos semanas de partidos, si es que están avanzando, y tanto sus entrenadores como sus administradores han preferido que lleguen bien preparados para enfrentar los retos de jugar bajo el intenso calor, humedad y aguantar partidos a tres de cinco sets ante adversarios que llevan más de dos semanas jugando torneos, aclimatándose lo mejor posible.
Novak Djokovic, el máximo ganador de Grand Slams, de premios en efectivo, dueño de muchos récords y llamado por los especialistas el GOAT (Greatest of All Time; el mejor de todos los tiempos, en español) ha entrado en una especie de necedad, sumándose a las demandas que Nick Kyrgios tiene sobre Jannik Sinner e Iga Swiatek sobre un posible dopaje que no ha sido confirmado por las agencias especializadas.
Nole dice que “Jannik Sinner no es el número uno”, situación por demás descabellada, pues Djokovic es tenista y no perito en dopaje.
Esta situación ha venido descalificando al astro serbio, pues Kyrgios no tiene credibilidad alguna e insiste en que castiguen a Sinner, simplemente porque el polémico tenista australiano no soporta al italiano. Muy mal Djokovic y mucho peor Kyrgios.
En los hombres, Sinner es favorito para repetir el título en el Abierto de Australia, y Alcaraz es su más temible enemigo.
Djokovic ya no tiene ni la velocidad, ni la potencia para enfrentarse a los dos monstruos actuales en el tenis.
En las mujeres, Aryna Sabalenka, Iga Swiatek y Coco Gauff están muy por arriba de todas las demás tenistas, así es que cualquiera de ellas se debe quedar con el título.
El Abierto de Australia es un torneo largo, que dura dos semanas, por lo que el campeón y la campeona deben ganar siete partidos consecutivos para llevarse el trofeo, y cualquier cosa puede pasar, ya sea un mal día, una lesión, enfermedad... Y eso explica el grado dificultad de los cuatro certámenes en el Grand Slam.
Estaremos muy atentos y con muchos comentarios.