Jannik Sinner y Carlos Alcaraz, dos jugadores ejemplares en todos los aspectos, se enfrentaron en otra gran final.

Ayer en Wimbledon, ante millones de espectadores alrededor del mundo, quienes estuvieron siguiendo la señal de televisión generada desde el All England and Croquet Club en Inglaterra, Sinner se impuso a Alcaraz en un memorable partido que llamaba la atención por los recientes acontecimientos en Roland Garros, donde Carlos le sacó el juego de la bolsa a Jannik, pero esta vez el italiano estuvo atento.

Los cuatro torneos del Grand Slam son un enorme generador de noticias, que van desde lo deportivo, lo técnico, lo económico, lo mental, lo político y lo artístico, así como la enorme reunión de personalidades que —por lo regular— se juntan en las finales de estos eventos tan significativos.

Tanto Sinner como Alcaraz, después de haber avanzado a la final, ganando seis partidos cada uno, llegaban con grandes expectativas.

Ambos, con sus millones de seguidores, demostrando por qué son los mejores tenistas del mundo en este momento, además de que —con su ejemplar conducta— han colocado a este deporte en un lugar preponderante, aumentando la difusión a nivel global, rompiendo récords de ratings en televisión y de cobertura de medios de comunicación, impulsando la práctica de esta disciplina.

Igualmente, con las personalidades del italiano y el español, dejan un ejemplo claro de que el deporte es un pilar educativo, de formación y superación personal, lo cual queda demostrado por su conducta y disciplina.

Sinner y Alcaraz entraron a la cancha central como dos grandes gladiadores, haciendo tres o cuatro juegos de reconocimiento, hasta que el español logró venir de atrás, recuperar un rompimiento y —con jugadas muy a su estilo— se adjudicó el primer set por 6-4, pero en el pecado llevó la penitencia, pues el italiano ajustó la máquina, golpeaba aún más fuerte la pelota, incomodando a Carlos, hasta que lo empezó a dominar, ganando los tres siguientes sets.

Esta vez, Carlos no pudo hacerle la faena a Jannik, quien —al ganar el último punto— levantó los brazos, en señal de triunfo, con gran emoción.

Jannik Sinner —el campeón— y Carlos Alcaraz —el finalista— nos han dejado un gratísimo sabor de boca, respondiendo a la enorme expectativa que generó la final de Wimbledon.

luis@vamosdeportes.com

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