Eliminar el examen de la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (COMIPEMS) es una gran decisión para el sistema educativo mexicano. A partir de ahora, todos los jóvenes que deseen continuar sus estudios en el nivel medio superior tendrían garantizado un lugar, sin la barrera de un examen de selección. Este paso representa un cambio de paradigma: pasamos de un modelo de exclusión a uno de inclusión, afirmó la presidenta Claudia Sheinbaum.
Para respaldar esta política el gobierno anunció la construcción de 20 nuevas preparatorias y la ampliación de 65 planteles existentes. Esta expansión permitirá absorber la creciente demanda educativa y garantizar que todos los estudiantes tengan acceso a instalaciones adecuadas para su formación académica.
La educación como pilar del progreso
Desde antiguas civilizaciones como la griega, la educación ha sido reconocida como el cimiento del desarrollo social y político. Los griegos comprendieron que la formación de ciudadanos críticos y preparados era fundamental para el florecimiento de su civilización. En la actualidad, esta lección sigue vigente: la mejor inversión que un país puede hacer es en la educación de su gente. Como afirmaba Nelson Mandela, “la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.
No es extraño que algunos consideren una aberración el llamado “pase directo” a la educación media superior. Sin embargo, este tipo de críticas pueden estar influenciadas por realidad particular de quienes la emiten. El problema radica en que no todas las familias tienen las mismas oportunidades para acceder a la educación, del mismo modo que no todas pueden garantizar una alimentación adecuada o el acceso a servicios públicos esenciales. Estas desigualdades impactan directamente en el rendimiento académico y han provocado el rezago de generaciones enteras, perpetuando un círculo vicioso de exclusión. Por ello, creo firmemente en que la educación siempre será el mejor camino hacia una sociedad más justa y equitativa.
El impacto positivo de la educación trasciende las aulas. Un pueblo educado es un pueblo menos vulnerable a problemas como el crimen organizado o la delincuencia. La falta de oportunidades académicas ha sido históricamente una de las principales causas del incremento de estos flagelos sociales. Con una mayor inclusión educativa, es posible reducir los índices de deserción escolar, ofrecer alternativas dignas a los jóvenes y fortalecer el tejido social.
Un modelo de asignación inteligente
Sobre cómo serán elegidos para los distintos planteles, eso no está muy claro, pero se habló que uno de los valores a considerar sería la cercanía al domicilio del estudiante. Esto no solo favorecerá el bienestar de los alumnos y sus familias, sino que también podría contribuir a la reducción del tráfico vehicular en la Zona Metropolitana del Valle de México, que a su vez se traduce en una mejora en la calidad de vida tanto de los estudiantes como de la población en general.
La excepción de la UNAM y el IPN
Si bien todos los estudiantes tendrán asegurado un lugar en el bachillerato, dos de las instituciones más prestigiosas del país, la UNAM y el IPN, mantendrán su sistema de admisión mediante exámenes de selección. Esta medida, respaldada por sus respectivas autoridades como por la presidenta Sheinbaum, permite que estas universidades continúen garantizando altos estándares académicos sin dejar de lado la inclusión educativa. Quien desee ingresar a estas casas de estudio tendrá la oportunidad de hacerlo a través de un proceso selectivo, pero con la certeza de que, de no lograrlo, contará con una opción educativa garantizada.
Referencias internacionales
En el mundo, existen ejemplos de sistemas educativos que priorizan la inclusión sin descuidar la excelencia académica. Finlandia, por ejemplo, ha desarrollado un modelo en el que la educación es gratuita y obligatoria para todos, con una estructura que promueve la equidad y la calidad. En ese país, los estudiantes acceden a la educación media superior sin necesidad de exámenes de admisión, lo que ha permitido reducir desigualdades y fortalecer el desarrollo de toda la sociedad.
Un futuro de oportunidades
Garantizar que ningún joven se quede sin estudiar el nivel bachillerato es una política que podría replicarse en todo el país, las repercusiones serían positivas en la economía, la seguridad y la cohesión social. A largo plazo, la educación es la mejor estrategia para construir un país más justo, con ciudadanos críticos, preparados y capaces de transformar su realidad.
Confiemos en que esta política sea solo el inicio de una revolución educativa que, como en la Antigua Grecia, nos permita alcanzar el esplendor como nación.