Carácter, determinación, y claro, paciencia. Es lo mínimo que debe tenerse para tratar con el presidente de Estados Unidos. Un día inventa una cosa, al otro día amenaza, al otro día felicita y así sucesivamente. Estos bandazos lo hacen un interlocutor poco confiable, tramposo, con el que no es difícil hacer política. Sin embargo, la presidenta Claudia Sheinbaum tiene atributos de sobra para hacerle frente, ya lo ha demostrado. Contra la hipocresía de Trump, inteligencia.

Todas las semanas desde el día que tomó protesta el mandatario estadounidense, hemos pasado de amenaza en amenaza. Primero señaló el alza de los aranceles debido, según él, a la porosidad de la frontera, por la que miles de personas intentan llegar a Estados Unidos, con el objetivo de mejorar su calidad de vida; después, que porque el fentanilo es un grave problema de salud pública que está matando a miles de estadounidenses.

Cuando cumplió su amenaza, no pasaron ni 24 horas y tras una llamada con la presidenta de México, se echó para atrás y retrasó un mes dijo él, la entrada de esta medida económica que naturalmente afecta a los dos países, inclusive más al vecino del norte. Después de la llamada, la presidenta explicó los términos acordados con el mandatario lo acordado.

Después de esto, volvió a recurrir a amenazas de aranceles a productos más específicos, acusando un desequilibrio comercial entre las dos naciones y en las que, según él, Estados Unidos se lleva la peor parte. O sea, un día es una cosa, y al otro día otra. Difícil tratar con un interlocutor que modifica los argumentos que le son rechazados por tramposos e inconsistentes.

Ahora acaba de declarar como terroristas a varios carteles del crimen organizado que operan en México, Centroamérica y la propia nación de Trump. Las implicaciones que tiene tal determinación es la activación de una serie de herramientas legales, económicas y militares que dan pie al congelamiento de cuentas bancarias relacionadas a dichos organismos, sanciones económicas a los actores que colaboren de alguna manera con ellos, detenciones arbitrarias en nombre de la lucha contra el terrorismo, además de una posible invasión a nuestro territorio.

Los matices con esta decisión son varios. La presidenta señaló que sí esta determinación es para ahondar en las investigaciones sobre lavado de dinero, adelante, porque todo el mundo sabe que el dinero ilícito es blanqueado en instituciones financieras, y lo saben, no es que desconozcan este problema, simplemente lo dejan pasar.

Ahí está el caso de HSBC, banco que fue sorprendido lavando 881 millones de dólares para los cárteles mexicanos y cuyo castigo fue una multa. Hay incluso una filtración de documentos confidenciales del gobierno de Estados Unidos que revela que JP Morgan Chase, Standard Chartered Bank, Bank of New York Mellon y otros grandes bancos hicieron caso omiso a las medidas de combate al lavado de activos y movieron enormes cantidades de dinero ilícito para redes criminales y personajes oscuros.

Estados Unidos exige que los países latinoamericanos frenen el tráfico de drogas, pero nunca persigue a los banqueros que lavan el dinero. Porque al final, el dinero del narco termina en sus bancos y en su economía, pero de esto, el presidente de los bandazos nunca habla. En fin, la hipocresía.

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