Todos los días hay una ocurrencia del gobierno estadounidense que se alinea a su política antimigratoria y antiderechos humanos. La nueva es la doble tributación que quieren imponer a las y los migrantes a través de las remesas que envían a sus familias, como si no pagaran impuestos en aquel país. Ante lo que a todas luces es una injusticia, el Estado mexicano debe hacer un frente común que abra un diálogo entre ambas naciones y desistan de esta acción.
Como era de esperarse, las políticas económicas de Trump están llevando a Estados Unidos a una crisis que podría ahondar más, los mercados internacionales resienten cada anuncio y decreto, porque en el fondo, la amenaza de los aranceles no solo perjudica a sus socios comerciales, también encarece los productos y las mercancías que se distribuyen libremente gracias a tratados comerciales. En lugar de enmendar sus políticas, promueven injusticias como esta, contra las y los migrantes, esos que contribuyen con el 8% de su PIB.
Las personas migrantes, los aproximadamente 12 millones de migrantes mexicanos que viven en Estados Unidos, pagan renta, agua, luz, gas, transporte, comida, ropa, vaya, pagan impuestos como cualquier ciudadano de aquel país, es más, gastan el 87% de su salario para mantenerse allá y solo destinan el 17% a sus familias, porque no se puede obviar que la vida allá es cara.
Para 2024, México recibió 64 mil 745 millones de dólares en remesas, y se registraron 13.7 millones de transacciones para el envío de remesas con un promedio de 393 dólares. Estamos hablando de que la mayor parte del los recursos de las y los migrantes se queda allá, contribuyendo a que aquella economía siga funcionando.
También se debe considerar que al ser gravadas las remesas, los migrantes acudirán a otros medios para hacer llegar el dinero a México y sus familias, dejando de lado las instituciones bancarias convencionales, lo cual no es poca cosa pues el 99.1% llegan por medio de transferencias electrónicas y sólo el 0.7% en efectivo y especie.
La expulsión de personas migrantes a Estados Unidos no es de ahora, tenemos una larga historia de migración con esta nación. Por décadas el sueño americano ha atraído a migrantes, pero más recientemente, unas dos o tres décadas, la migración obedece más a buscar oportunidades que gobiernos del PRI y del PAN les negaron y a la inseguridad desatada en el sexenio de Calderón.
Lo menos que esta clase política puede hacer por esos 12 millones de migrantes, es de forma coordinada, en un solo frente y dejando de lado las mezquindades políticas, dialogar y poner sobre la mesa este nuevo embate de el gobierno norteamericano y trabajar para dar marcha atrás a esta injusticia, una más, que Trump y los republicanos quieren aplicar a nuestros connacionales.