Sí, es un día negro, pero tampoco es el fin del mundo. La ascensión de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos no es una buena noticia no solo para México sino para el mundo, sus ideas retrogradas (que el cambio climático no existe, la negación a la diversidad, el racismo exponencial, el indulto a los que asaltaron el Capitolio hace unos años, entre otras), son una alerta. Para México y la presidenta Sheinbaum constituye un reto que hasta ahora ha sorteado con éxito porque la mejor forma de hacer frente a los bullys, es no engancharse, vaya, mantener la calma frente al caos.
Su toma de protesta, así como su primer día firmando cualquier cantidad de resoluciones por minuto, dan una idea de cómo será el panorama. Una de las señales más importantes (y peligrosas) fue la presencia en primera fila, inclusive delante de su gabinete, de los multimillonarios y dueños de las redes sociales de Meta, X, Amazon, Google y Tik Tok, es decir, los “dueños” de la nueva arena pública.
Las redes sociales están plagadas de noticias falsas, millones de boots, búsquedas sesgadas, que convierten esa arena pública en un campo de batalla amañado y lleno de toxicidad. El anuncio de hace unos meses del dueño de Meta acerca de que las plataformas que la conforman eliminarán su programa de fact-checking (verificación de datos digital) en Estados Unidos, y redujo las restricciones a las discusiones sobre temas polémicos como la inmigración y la identidad de género.
Con esta acción, Meta se une a X, la red social de la cual es dueño Musk, fanático fascista y ferviente admirador de Trump. La presencia de estos multimillonarios en la toma de protesta además del dinero que aportaron ya sea en la campaña o en este evento, pone a esta arena pública en el poder, tomando abiertamente un bando y cargando los “dados” hacia un lado. No se trata solo de multimillonarios, se trata de los dueños de las redes sociales en las que millones de personas se informan y en la que cada vez será más difícil verificar la veracidad de las noticias y donde los discursos de odio estarán a la orden del día. Esa es la peligrosidad de la cercanía de estos personajes.
Las otras amenazas comienzan a convertirse en realidad. El programa Quédate en México continuará porque obviamente prefiere dejar a los miles de inmigrantes apostados en la frontera en completa incertidumbre antes que permitirles la entrada; el alza en los aranceles sigue presente en su discurso y ya firmó un decreto para que entren en vigor a partir del 1 de febrero, sin embargo, en el marco del T-MEC, una decisión así debe pasar por la revisión de este tratado y eso no sucederá hasta 2026.
Declarar a los carteles mexicanos como “terroristas” propone un tratamiento diferente, que va desde los bloqueos de flujos de capital, combate al bloqueo de activos, ataques mediante drones y hasta intervenciones militares en México. Todo esto no es una decisión unilateral como lo hace creer el presidente norteamericano, ya lo ha dicho la jefa del Ejecutivo en nuestro país, son decisiones en conjunto.
El tema del tráfico de drogas no es tan sencillo, mientras que Estados Unidos busca que la droga no llegue a su territorio, en México buscamos que no haya más violencia en nuestro territorio, no son objetivos iguales. Aquí lo importante es atacar la demanda y culminado eso, se terminan los carteles, en ese orden, por eso, como lo ha dicho la presidenta Sheinbaum, se espera un diálogo con la administración de Trump.
Entre todo el caos desatado por Trump y sus anuncios rimbombantes, el camino es contar con estrategias ante una posible guerra arancelaria, una integral en materia de migración y una gran paciencia y responsabilidad. Un bully nunca se cansará, pero si puede ser neutralizado mientras la contraparte matice y, en la medida de lo posible, invisibilice estos ataques compuestos de bravuconadas pero también de alguna que otra acción.