En días pasados, el jefe de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), Phillipe Lazzarini, denunció que la organización dispone “del equivalente a 6 mil camiones de comida y suministros médicos” aguardando en Egipto y Jordania a que Israel dé el permiso para entrar en Gaza. En el mismo contexto, pseudolideres nominan a Trump para recibir el premio Nobel de la Paz. Entre la indiferencia y la posverdad, es difícil saber qué es peor.
Esperar no es una opción para las miles de personas que dependen de la ayuda de humanitaria, sin embargo, la mesa de negociación no solo ya no continúa, sino que está suspendida ya que tanto Estados Unidos como Israel han retirado a sus delegaciones argumentando que Hamas "muestra una falta de deseo de alcanzar un alto el fuego en Gaza".
No es necesario entrar aquí al fondo del conflicto que existe desde hace décadas en la franja de Gaza y que cada cierto tiempo entra a una crisis cíclica que parece que no terminará jamás, menos aún cuando genocidas como el primer ministro israelí están al frente. Las acciones inescrupulosas de Benjamín Netanyahu han provocado una de esas crisis ya que no se limitó a Palestina, sino a Irán y su “cliente” de siempre, Líbano.
Más allá de los intereses de Netanyahu o Trump que se acomodan a sus necesidades para lanzar ofensivas a tal o cual país, los límites del primero se desdibujan completamente porque no solo se da el lujo de atacar a diestra y siniestra a cualquiera que le parezca su “enemigo”, sino que “ahorca” a los palestinos, a hombres, mujeres y particularmente niñas y niños, cerrando las fronteras a los suministros alimenticios y médicos que ayuden a paliar las graves necesidades que se afrontan en la franja de Gaza.
La comunidad mundial hemos visto no solo los resultados de los ataques en contra de la población inocente, sino que además somos testigos del cierre fronterizo alevoso que no permite la entrada de ayuda humanitaria. Desde la detención de envíos particulares, como el de hace poco más de un mes de Greta Thunberg, activista sueca que intentó ingresar para proporcionar ayuda alimentaria, hecho por el cual fue expulsada de Israel.
Y es que en marzo, Israel lanzó un bloqueo total a la entrada de ayuda humanitaria a Gaza, eliminandolo en mayo con la entrada de algunos camiones, sin embargo las organizaciones internacionales denuncian que la ayuda que ha accedido a Gaza desde entonces es muy insuficiente para abastecer a una población de 2.1 millones de personas que llevaban sometidas a la privación de alimentos casi tres meses.
En medio de esta crisis humanitaria, aparece de nuevo Netanyahu para postular a Trump al premio Nobel de la Paz…sí, es verdad, no una broma de mal gusto. El presidente estadounidense, ese que está haciendo redadas para detener y expulsar a inmigrantes trabajadores en ese país, ese que busca quitarle a las hijas e hijos de indocumentados nacidos en Estados Unidos su nacionalidad, ese que acaba de sacar a su país de la
UNESCO por no “convenir a sus intereses”, ese que no tiene ni paz en su territorio, ese mismo.
La incongruencia en la gran mayoría de los pseudo líderes mundiales parece que no tiene límites. Complejo y desproporcionado que alguien como Netanyahu, que no tiene ningún escrúpulo a la hora de obstaculizar la entrada de ayuda humanitaria, se atreva a postular a su aliado estadounidense a un premio del que ambos no entienden, ni entenderán.