La falta de transparencia ha sido una constante de este gobierno, desde el incremento a más del 85% en las adjudicaciones directas en los procesos de adquisición hasta esconder información sobre la salud del presidente argumentando que es un asunto privado, maquillar las cifras de contagios y muertes a causa del COVID y datos sobre la definición del proceso de vacunación, la marca de las vacunas y el número de dosis adquiridas.
Nos había tomado dos décadas construir instituciones, procesos y herramientas que favorecieran la transparencia. La aprobación de la primera legislación en la materia, la construcción del IFAI –hoy INAI (Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales)- y las distintas reformas legislativas han puesto las bases sobre las cuales se ha cimentado nuestro sistema de rendición de cuentas. Aún cuando todavía existía un rezago importante, principalmente a nivel local, en lo federal se habían dado pasos importantes.
Incluso en otros poderes se han dado también avances relevantes, el más reciente, sobre transparencia judicial apenas se votó en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que obliga a los poderes judiciales a hacer públicas las sentencias, a fin de que la ciudadanía pueda conocer los criterios con los que se ejerce justicia.
Sin embargo, el actual gobierno ha retrocedido hasta el grado de amenazar con quitarle la autonomía al INAI. Eso genera desconfianza sobre las acciones, decisiones y datos que publica el gobierno, a tal nivel que existen dudas fundadas sobre la salud del presidente y el verdadero motivo de su ausencia en las mañaneras y en la agenda pública.
En lo que respecta a la pandemia, no sólo hay dudas sobre las cifras de contagios y muertes que ha dado a conocer el gobierno, sino además, datos del INEGI que revelan un número 40% mayor que el que reportan las autoridades en ambos casos. Según información internacional somos el tercer país en número de muertes y nuestro proceso de vacunación avanza a paso tortuga.
Mientras que Estados Unidos lleva casi 33 millones de dosis de vacunas aplicadas, y Brasil 2 millones 300 mil, México no llega a las 700 mil.
Lo que es peor, difícilmente podemos confiar en lo que han hecho público sobre el proceso de vacunación, no sólo porque éste no fue definido en la instancia encargada de hacerlo que es el Consejo Nacional de Vacunación sino porque tampoco se han dado a conocer los contratos con la industria farmacéutica productora de la vacuna y por lo tanto, no sabemos con certeza las dosis de vacuna que se han adquirido, las fechas de su llegada, las marcas, ni cómo serán aplicadas, datos fundamentales para garantizar que el Estado podrá vacunarnos a todos y así contener la pandemia. La página de Internet que publicó el gobierno para registrar a adultos mayores que deseen ser vacunados, además de que se saturó a las pocas horas de haber sido
lanzada, no informa sobre la ubicación de centros de vacunación ni que vacuna se aplicará.
La opacidad con la que opera este gobierno no contribuye a dar certeza, por el contrario, genera incertidumbre que poco ayuda en el ánimo de las personas en estos tiempos de fragilidad extrema. La mayoría han perdido a algún ser querido en esta pandemia, todos tenemos familiares que han contraído el virus, el impacto económico en el bolsillo de los mexicanos es brutal… en fin, hay mil motivos que provocan tristeza, preocupación y enojo y el gobierno, en lugar de generar calma, aumenta ese sentimiento de desesperanza.
@lialimon
Consultora y Directora de LIMA Diversidad e Inclusión