Hace unos días la Auditoría Superior de la Federación (ASF) publicó los resultados de más de 500 auditorías al gobierno federal correspondientes a 2019, las cuales exponen deficiencias y malos manejos en proyectos claves para la 4T como el Programa de Jóvenes Construyendo el Futuro, la cancelación del NAIM y la construcción de la refinería Dos Bocas.

Al presidente le dolieron las observaciones de la ASF, principalmente aquellas relacionadas con el costo de la cancelación del NAIM, que calculó en 331 mil 996 millones de pesos, 232% más que los 100 mil millones que había anunciado el propio gobierno hace dos años. Como ya es costumbre, AMLO salió a descalificar los dichos del auditor argumentando tener otros datos y, al parecer, lo obligó a recular. Aunque estas reacciones ya no sorprenden, no podemos dejar de señalarlas pues cada vez debilitan más a nuestras instituciones, a los contrapesos y a los mecanismos de rendición de cuentas.

Por lo que se refiere a Jóvenes Construyendo el Futuro, un programa cuyo supuesto objetivo es incentivar el desarrollo de estudiantes de 18 a 29 años mediante el aprendizaje de un “oficio” en una empresa, resulta que la ASF detectó jóvenes fantasmas, es decir, jóvenes muertos o inexistentes que “cobran” becas. La pregunta es ¿dónde quedan estos miles de millones de pesos que no están llegando a la población objetivo?

A dos años de operación del programa, no se ha transparentado el padrón de beneficiarios ni el de las empresas en que éstos laboran. No sólo hay jóvenes fantasmas sino también empleadores que no existen. Por si fuera poco, la ASF concluyó que la Secretaría del Trabajo no llevó a cabo mecanismos de distribución y administración para hacer llegar de manera equitativa las becas. Además, por no contar con mecanismos de control y seguimiento, algunos apoyos se distribuyeron entre personas que superan los 29 años de edad (3 mil 744 beneficiarios están en un rango de edad entre los 30 y los 72 años) o que cuentan con algún otro apoyo como el Programa Nacional de Becas (30 mil casos) o están inscritos en instituciones de educación privada (154 casos) y en otros casos no se logró acreditar la capacitación.

Al principio de su gobierno, Andrés Manuel canceló de un plumazo el programa de Estancias Infantiles acusando corrupción y la existencia de niños fantasmas que nunca probó. Las observaciones de la ASF eran mucho menores a las que hoy se hacen al programa de Jóvenes Construyendo el Futuro. Sólo señalaban irregularidades en 1.8% del presupuesto del programa y en 300 estancias infantiles de un universo de 9,565, que pudieron haberse corregido sin cancelar el programa. A pesar de ello, el presidente acusó de corruptas a las responsables de las estancias y a las madres trabajadoras y dejó sin espacios de cuidado infantil a 330 mil niños y niñas sin reparar en el daño que ocasionaba.

Andrés Manuel no juzga con la misma vara a sus operadores de programas sociales, los siervos de la nación, ni a los jóvenes y empleadores beneficiarios de esta política, que a las mujeres de las estancias y a las madres trabajadoras. Mientras hoy guarda silencio ante las irregularidades cometidas por los suyos, aunque éstas sí sean graves y por montos muy superiores, hace dos años no le importó dejar a las madres trabajadoras en el desamparo cuando lo único que exigían era que el Estado cumpliera con su obligación de garantizar la prestación de servicios de atención y cuidado infantil.

Consultora y directora de LIMA Diversidad e Inclusión.
 @lialimon

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