La libertad de expresión es un derecho fundamental que supone la posibilidad de manifestar y difundir los pensamientos, creencias e ideas sin miedo a represalias o sanciones. Es un derecho que el Estado está obligado a garantizar y un elemento fundamental en las sociedades democráticas para promover el debate y el intercambio de opiniones. Así lo contempla el artículo 19 de la Declaración de los Derechos Humanos aprobada por la ONU en 1948. La libertad de expresión, en suma, es indispensable para poder ejercer otros derechos y participar activamente en un mundo libre y en un país que se democrático.

“Si nos quitan la libertad de expresión nos quedamos mudos y silenciosos y nos pueden guiar como ovejas al matadero”.

George Washington.

Hemos visto a lo largo de esta administración diversas expresiones y acciones que dañan la libertad de expresión y pretenden denostar y acallar a los medios de comunicación y a cualquier organización o individuo que publica información o manifiesta ideas críticas hacia el nuevo régimen y en concreto hacia las decisiones del presidente de la República.

En repetidas ocasiones, en las mañaneras, el propio López Obrador, a modo de intimidación, arremete contra medios, periodistas e individuos que lo cuestionan. Recientemente lo escuchamos descalificar a quienes encabezan el nuevo movimiento Sí por México. También la semana pasada dijo ser el presidente más atacado por la prensa y para demostrarlo compartió información detallada con los nombres y artículos de quienes lo critican. En lugar de escuchar, reflexionar y por lo menos revisar los argumentos de quienes difieren de sus decisiones, el presidente embiste contra los medios y se victimiza, demostrando con ello el autoritarismo de quien piensa tener la verdad absoluta. Para él todo aquel que no lo apoya de manera incondicional es porque se opone a la transformación que cree enarbolar. Prefiere descalificar a sus críticos y acusarlos de conservadores y corruptos, que atender sus razonamientos. Eso es lo realmente preocupante, pues una sociedad democrática se enriquece por la diversidad de pensamientos y opiniones y así lo debieran entender sus líderes.

Los dos hechos más recientes que se suman a este tipo de acciones que vulneran la libertad de expresión y que por ello también preocupan son la eliminación del Fideicomiso de Protección a Defensores de Derechos Humanos y Periodistas, por un lado, y la denuncia del hermano del presidente, Pío López Obrador, contra Carlos Loret de Mola ante la Fiscalía General de la República por hacer públicos los videos donde se le ve recibiendo dinero de David León en tiempos de la campaña de su hermano. La eliminación del fideicomiso elimina la posibilidad de otorgar medidas de seguridad para periodistas y defensores de derechos humanos cuando enfrentan amenazas que ponen en peligro su integridad y su vida dejándolos en condiciones de enorme vulnerabilidad y cancelando con ello la posibilidad de que se expresen libremente. En México el número de agresiones contra periodistas no es menor, de acuerdo con la organización Artículo 19 somos uno de los países más riesgosos para ejercer esta profesión.

En cuanto a la denuncia del hermano del presidente, como lo dijo el propio Loret de Mola, “el hecho de que éste decida denunciar a un periodista escala todavía más las permanentes agresiones del gobierno de López Obrador en contra de la prensa y de cualquier periodista que se atreva a criticar”. No hay más que añadir, tan sólo reiterar que estos actos ponen en riesgo día con día el ejercicio de un derecho fundamental para nuestra vida democrática y todos debiéramos estar alertas a ello.

@lialimon
Consultora y directora de LIMA Diversidad e Inclusión

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