Por dos días, Tlaxcala se convirtió en la capital del feminismo indígena en América Latina. La ciudad fue elegida como sede para que, mujeres de todo el continente, revisaran el proyecto de recomendación General número 39 que presentó, para análisis, el Comité de la Convención para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW).
Paralelamente al Foro de Tlaxcala, se van a realizar, en los próximos días, foros virtuales en Asia, África y Europa. El único presencial, con todas las ventajas de interacción que tiene, fue el de Tlaxcala, en México.
Antes, en el Centro Cultural Los Pinos, mujeres indígenas de todo el país revisaron el proyecto de Recomendación en distintas mesas temáticas. Fue muy interesante ver cómo cada una de las mujeres convocadas se hizo escuchar desde todos los rincones de México y cómo esto se relacionaba con lo puntos incluidos en la Recomendación.
De México pasamos a América Latina. 21 países asistentes. Más diversidad, más sonidos y colores mezclados. El orgullo de la lengua, del vestido, del origen, del tono de la piel, buscando que nada de ello, sumado al hecho de ser mujeres, desemboque en discriminaciones variadas y sumadas.
En la inauguración, la peruana Presidenta del Comité CEDAW de Naciones Unidas Gladys Acosta Vargas, apuntó que, desde 2010, en diversas comunicaciones, mujeres indígenas del mundo dijeron que ya era el momento de interpretar la Convención desde la mirada de ellas. Hay derechos implícitos en diversas convenciones pero, como dijo Gladys, los derechos tienen que hacerse explícitos para defenderlos mejor.
Las mujeres reunidas en Tlaxcala tomaron la palabra. Reiteraron que es indispensable cortar los efectos de la colonización que aún continúan presentes. Si los pueblos indígenas han sido discriminados, las mujeres en ellos y fuera de ellos, sufren doble, triple o cuádruple discriminación, sobre todo si a su condición de mujeres indígenas se suman la pobreza, el aislamiento y las interseccionalidades: discapacidad, orientación sexual, edad, etcétera y además se enfrentan al acendrado machismo a veces cobijado por el concepto de “usos y costumbres”. Si una práctica consuetudinaria denigra a la mujer, tiene que ser erradicada.
Las mujeres indígenas son las que más tarde están llegando al ejercicio pleno de sus derechos. Las voces reunidas en Tlaxcala sonaron contundentes en un coro armónico y enjundioso.
La intención del Comité CEDAW es que, a pesar de todas las diferencias entre pueblos y comunidades, con el común denominador encontrado, se dé cuerpo a la Recomendación General que será dirigida a todos los países que han suscrito la Convención.
¿Los temas más álgidos? Violencia en todas sus modalidades; relación con el territorio y los recursos naturales; participación en los asuntos de las comunidades y en la representación política en general; autonomía económica; salud sexual y reproductiva, desplazamiento y migración.
Procesadas las aportaciones, se enriquecerá el proyecto que será aprobado en las sesiones del Comité de octubre del presente año. Contaremos así con un instrumento internacional específico sobre derechos de las mujeres indígenas finalmente visibilizadas. No se trata, como dijo Gladys, de ver el pasado con nostalgia, sino de construir un futuro diferente, como lo ha reiterado ONU mujeres, sin que nadie quede fuera y nadie quede atrás.