Con este título se llevó a cabo el día de ayer un foro en la Cámara de Diputados en el que se puso en el centro de la discusión el impacto de las armas en diversos ámbitos y en relación con distintos grupos poblacionales. Previamente, hubo una convocatoria para que estudiantes de universidades públicas y privadas escribieran sobre el tema. La respuesta fue muy buena ya que más de 300 jóvenes escribieron sus ensayos abordando con distintos enfoques el problema que hoy, más que nunca, merece ser colocado como prioridad.
Lo primero que habría que precisar es que, comúnmente, el tema de las armas se liga sólo a los homicidios, porque son la medida para determinar los niveles de violencia. Sin embargo, el homicidio es sólo uno de los delitos que se cometen y que son resultado de la violencia con armas de fuego. Se tendría que saber en cuántos delitos de lesiones, por ejemplo, hubo un arma de fuego como detonante o en qué número de casos las armas fueron clave para el robo con violencia en sus distintas modalidades (robo de vehículo, robo a casa habitación, robo en el transporte público, etcétera), además del secuestro y de los delitos ligados a las actividades del crimen organizado como las amenazas, extorsiones o cobro de derecho de piso, así como la cooptación de jóvenes a redes de narcotráfico o de trata de personas. Estos jóvenes abandonan los centros educativos y ven truncado su desarrollo.
No hay cifras precisas de cuántos casos en que hubo lesiones, la consecuencia fue alguna discapacidad, ni tampoco se han medido con precisión los efectos psicológicos sobre todo en niñas, niños y adolescentes que viven situaciones de ansiedad y de miedo y que no están seguros ni en sus casas, ni en las escuelas, ni en los espacios públicos. En la reciente Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU-2024), levantada por el INEGI en septiembre de 2024, el 36.6% de la población mayor de 18 años refirió haber visto o escuchado durante el tercer trimestre de 2024 disparos frecuentes con armas en los alrededores de su vivienda.
Cuántos casos de violencia exacerbada están provocando desplazamiento de amplios grupos que han visto restringido el acceso a servicios públicos fundamentales como la educación o la salud, pero también, tratándose de niñas, niños y adolescentes, espacios seguros para su recreación.
En el ámbito económico, pequeñas y medianas empresas se han visto obligadas a cerrar, y amplias zonas del medio rural muestran tierras abandonadas que han provocado escasez y aumento en los precios de determinados productos.
Con un diagnóstico puntual, la cancillería mexicana le dio fuerza jurídica al tema con la presentación de demandas en Cortes de Distrito de Boston Massachusetts en 2021 y Tucson Arizona en 2022, en contra de los establecimientos que fabrican y comercian armas. Las demandas están siguiendo su curso y muy pronto conoceremos los resultados, pero, en tanto, qué bueno que el tema se esté socializando particularmente entre los jóvenes y que se esté teniendo mayor conciencia de la magnitud del problema y de las maneras de atacarlo. Hay que hablar de ello en todos los espacios posibles. Ojalá que la invitación a que se arme el desarme vaya encontrando más eco, particularmente entre quienes han sido víctimas de delitos violentos o están en la zozobra causada por las armas. El reto es enorme y el acompañamiento indispensable.
Catedrática de la UNAM. @leticia_bonifaz