Las jacarandas de nuevo florecen en la Ciudad de México. El lila de las frondas combina con las playeras que llevarán hoy miles de mujeres en la ya conocida ruta de Reforma. Todo listo: pancartas, mantas, consignas, performances, etc. De nuevo, los pasos y las voces resonarán en muchas ciudades del país y en otras tantas del mundo. Sin embargo, esta vez algo distinto se respira en el aire. Pareciera que el panorama mundial ha impactado en el ánimo individual. Algunas amigas me han dicho: Esta vez no iré.

Claro que desanima el panorama adverso para muchas mujeres en el mundo, particularmente por las actuales políticas de Trump y sus aliados. Los datos de ONU Mujeres son impactantes: uno de cada cuatro países en el mundo está retrocediendo en relación con los derechos de las mujeres. Éstos se están viendo perjudicados por la polarización política, las nuevas tecnologías, los conflictos armados y el cambio climático, entre otros factores. Los derechos de las mujeres están retrocediendo masivamente, nos dice este organismo internacional. Varios derechos están en riesgo en amplias zonas del planeta y nuestra América Latina no es la excepción.

Este sentimiento con el que nos quedamos al leer las noticias, al constatar los datos y al vivir en carne propia la amenaza y el retroceso puede provocar un bajón en el ánimo de algunas pero también más acción en otras. Las argentinas saldrán a protestar contra las políticas de Milei con más potencia que nunca. Argentina venía de una poderosa ola verde y hoy se levanta la resaca. Pero nuevas olas se irán formando y serán cada vez más altas y más vigorosas. En la era de la inmediatez, quisiéramos ver los efectos más rápido, pero, desafortunadamente, aún nos faltan muchos tragos de sal antes de que mejore el panorama.

¿Se lanzarán hoy las mismas consignas? Es de esperarse que sí porque los problemas son casi los mismos, particularmente la violencia que no cesa. Habrá nuevos nombres de mujeres desaparecidas; nuevos rostros de mujeres víctimas de acoso; nuevas historias de violencia que desembocó en feminicidio; más cuerpos que son buscados en las entrañas de la tierra; más mujeres víctimas y más impotencia y desolación. Las consignas serán las mismas con la esperanza de que haya oídos que afinen su capacidad de escucha. Hay esperanza de que los reclamos aniden en un espacio de mayor eco, de mayor resonancia, de mayor sororidad y empatía.

Quienes andan desanimadas conocen lo que han sido décadas de lucha y por eso, solo pensar que en varios lugares del mundo lo conseguido pueda echarse atrás de un plumazo, no solo nos deja atónitas, sino que pareciera llevarnos a la inmovilización. Ese es el deseo de los guardianes del patriarcado que hoy gobiernan al mundo y lo que desean de nosotras es que nos paralice el miedo, que tengamos motivos para la inacción. Pero si revisamos lo logrado en los últimos 50 años, tendremos más razones para seguir que para detenernos, firmes y dignas, construyendo complicidades como antaño y buscando caminos y veredas diferentes a los andados. Hay vitalidad, imaginación, ingenio, compromiso y, además, dolor. Y el dolor mueve. Que no cunda el desánimo. Somos muchas y nuestra causa por la igualdad y una vida libre de violencia no sólo es legítima, sino que es la base de una mejor sociedad aunque los líderes mundiales con su dominio y predominio se empeñen en mostrar lo contrario.

Catedrática de la UNAM

@leticia_bonifaz

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