La familia Robles Dobler no tuvo una feliz navidad en Mazatlán, Sinaloa. En medio de la situación violenta que vive el Estado, el 15 de diciembre comenzaron a aparecer las alertas públicas que indicaban que la doctora Lupita Dobler, dermatóloga de profesión, de 65 años, había desaparecido. Sus hijos pedían ayuda a la ciudadanía para contribuir a la búsqueda. Desde el primer momento, en la desaparición no se reflejaba el modus operandi del crimen organizado. La camioneta, propiedad de la víctima, fue localizada al día siguiente en la zona urbana de Mazatlán. La fiscalía local operó con rapidez y la orden judicial para asegurar el inmueble donde vivía, llegó pronto. Comenzó el obligado sigilo que implica no hacer públicos los hallazgos y así se fueron armando las primeras líneas de investigación.
Paralelamente, la familia se movió para que pronto se iniciara la búsqueda del cuerpo. Desde el primer momento, el panorama nunca fue esperanzador. En esta ocasión, a diferencia de lo que normalmente sucede, eran hijos quienes desesperadamente buscaban a su madre, una mujer muy querida en ese puerto del pacífico.
El hallazgo se dio en la misma semana de la desaparición. Se realizó la prueba de ADN para tener el 100% de certeza. La temida noticia llegó y el dolor fue inconmensurable. En pocos días, los hijos de Lupita tuvieron que procesar emociones nunca antes imaginadas. Entraron a un campo desconocido, pero a la vez sintieron solidaridad y empatía.
Lo más importante en ese momento fue haber recuperado el cuerpo; faltaba la segunda parte: la aprehensión del presunto responsable. La noticia, afortunadamente, no tardó en llegar. Alfonso “N”, quien fue captado por las cámaras instaladas en la casa del vecino, había sido detenido y puesto a disposición del juez de control acusado del delito de desaparición cometida por particular. La causa también se le seguirá como presunto responsable de feminicidio.
Alfonso “N” borró para siempre la sonrisa de Lupita; truncó los sueños que aún le quedaban por cumplir: conocer y consentir a sus nietos, por ejemplo, así como la consecución de los retos profesionales que aún tenía a la vista.
Todo indica que este caso no va a quedar impune porque el perpetrador no tuvo tiempo para borrar las huellas del crimen y quedaron visibles las pruebas que lo incriminan. La definición de si queda vinculado a proceso es este sábado.
El caso muestra que aún mujeres empoderadas, independientes, seguras de sí mismas pueden ser víctimas de la violencia machista. La fuerza bruta se puede emplear para segar vidas de mujeres exitosas. Ellas también necesitan redes de apoyo.
Conversé con Lupita hace algunos años en dos o tres ocasiones. Estuvo casada con un amigo cercano, el papá de sus hijos. Era una mujer que disfrutaba enormemente la vida. Se veía y se sentía feliz. Vaya mi consuelo para Cuauhtémoc, Jorge Luis, Alondra y Juventino. Ellos están pasando por este proceso con gran entereza y resignación cobijados por el recuerdo de una madre maravillosa. Les envío todo mi cariño.
Este caso fue mediáticamente muy notorio a nivel local. No sabemos cuántos casos más, por estas fechas, enlutaron casas en México y el mundo. Es terrible imaginar a las familias reunidas, no en torno a una mesa, sino a un féretro mudo. En muchos hogares se seguirán llorando las ausencias y quedará un lugar no ocupado entre la impotencia y el dolor extremos.