Después de que muchas mujeres contaran sucesos que habían callado durante largo tiempo y que afloraron en el movimiento conocido como “Me too”, varios países tuvieron su propio proceso. En el caso de México, fue acompañado del “Yo sí te creo”, como una forma de acompañar y dar credibilidad a las víctimas de acoso, abuso sexual o violación.
El caso de Andrés Roemer salió a la luz por una valiente denuncia hecha, vía YouTube, por la bailarina Itzel Schnaas. Después de ella, más de 60 mujeres narraron hechos bastante similares en cuanto al modus operandi de un personaje que gozaba de fama pública como conductor de televisión. Mucho tiempo en Azteca estuvo al aire el programa “Entre lo público y lo privado”. En él, Roemer y la querida Katia D´Artigues, realizaban entrevistas a personajes públicos que, contra reloj, respondían a incisivas preguntas sobre su vida pública y privada.
Con el nombre de este programa, Roemer publicó en 2005 un libro que, en alusión al número del canal en el que se difundía, tiene 1300+13 preguntas “sobre diversos temas de interés como son los valores, la justicia, la sexualidad, sobre la sociedad, la política y el futuro. Este libro no nos desnudará ante lo público como el programa televisivo, sino ante nosotros mismos. Como un espejo nos devolverá nuestra imagen tal cual somos, no como queremos que nos vean. Este libro es un juego para jugarlo a escondidas o en público…”
Esta semana se hizo público que ya existe una orden de aprehensión girada por un juez de la Ciudad de México contra Roemer. El delito por el que se le acusa es violación. Aunque desde las primeras acusaciones cerró sus cuentas en redes sociales, la respuesta que dio, al conocer que ya es buscado por la justicia, fue que: 1) rechaza las acusaciones; 2) es víctima de una campaña de linchamiento; 3) no sabe quién o de qué se le acusa; 4) no se le ha respetado su derecho a una adecuada defensa y apela a la presunción de inocencia.
En una parte dice: “jamás he violado, agredido, amenazado, ni usado ningún tipo de violencia en contra de ninguna mujer” y en otra: “nunca he hecho nada en contra de la voluntad de otro ser humano”. Esto indica que, probablemente, cuando tenga que defenderse en Tribunales, dirá que siempre hubo consentimiento de sus víctimas, lo que las 61 mujeres que han hablado, hasta ahora, niegan.
Este será un caso emblemático que necesariamente tendrá que ser juzgado con perspectiva de género. Se habrán de considerar las relaciones asimétricas que existían entre el “famoso” y sus víctimas, a quienes les prometía trabajo o proyección profesional y, mediante engaños, llevaba a un territorio íntimo y totalmente controlado por él: su casa en la colonia Roma, esa que fue resguardada con un cerco policial el pasado 8 de marzo, para proteger el inmueble de la ira de las mujeres.
Roemer se encuentra exhibido en lo público por hechos que pretendió mantener en lo privado. Él no asume, de entrada, que las mujeres que una a una vio salir de su casa vulnerables, asustadas, calladas y vencidas; paralizadas por la culpa, el miedo o la vergüenza, estén hoy empoderadas y con voz individual o colectiva. Alguien con intereses oscuros, no ellas, tiene que estar detrás.
Parafraseando el cintillo de su libro, los hechos lo están desnudando en lo público. Un espejo le está devolviendo su imagen tal cual es y no como quiere que lo veamos. El “juego” ya no será jugado a escondidas.
@leticia_bonifaz