¿Acaso fuimos testigos de un hecho histórico en materia de justicia la madrugada del miércoles, con la expulsión de Adrián Marcelo de La Casa de los Famosos tras sus múltiples agresiones a compañeras y compañeros, junto con la aprobación del dictamen de la reforma judicial por parte de las diputadas y diputados?, la respuesta corta y larga es no. Esto no puede interpretarse como justicia y menos justicia social.

Para quienes no se desvelaron, la madrugada del miércoles fue una peculiar y dramática representación de la justicia. En una sede improvisada y sofocante, las personas diputadas “discutieron” aprobaron, en muchos casos sin siquiera saber lo que votaban, el dictamen de la reforma judicial, que propone la elección de personas juzgadoras por voto popular popular, una medida que parece más un guiño partidista que una solución real a los problemas del sistema de justicia penal. Como si eso no fuera suficiente, también revivieron el viejo sueño del ex presidente Felipe Calderón: la incorporación de los jueces sin rostro, una figura que, más que resolver la impunidad, añade opacidad y desconfianza a un sistema ya de por sí corrupto y disfuncional.

Al mismo tiempo, en La casa de los Famosos, vimos cómo la violencia contra las mujeres continuaba siendo explotada para el beneficio economico de la productora. Tras dos meses de violencia psicológica, estética, mediática y apología de la violencia feminicida, Adrián Marcelo se retiró del programa. A simple vista, ambos eventos podrían hacernos pensar que se ha hecho justicia: un agresor fue expulsado y expulsado mientras que la reforma judicial va.

Sin embargo, lo que realmente presenciamos fue una falsa ilusión de justicia. Como hemos señalado en innumerables ocasiones, la reforma judicial, tal como está planteada hoy, no resolverá la impunidad ni corregirá las fallas estructurales que bloquean el acceso a la justicia, especialmente en una fiscalía que no fue mencionada en el texto de reforma. Lo que votaron las y los diputados no representa un cambio significativo para las millones de personas que, mientras tu lees esto, se encuentran lidiando con el sistema de justicia penal disfuncional.

Si te encuentras en esa situación, lo que Morena y sus aliados celebraban no alterará la realidad. Seguirás esperando horas en instalaciones insalubres y hostiles para intentar presentar una denuncia. Seguirás sin conocer tus derechos, enfrentando los mismos obstáculos para obtener medidas de protección por parte del Ministerio Público. Continuarás esperando meses para que un perito en psicología te atienda, porque las citas son prácticamente inexistentes. Y el Ministerio Público seguirá culpándote, ya sea porque tu pareja te golpeó o porque tus fotos íntimas fueron filtradas en internet.

Las instalaciones seguirán sin estar adaptadas para personas con discapacidad o infancias y tu carpeta seguirá estancada porque “faltan pruebas”. Si tienes la desgracia de ser detenida, tus familiares seguirán pagando una “fianza” por tu libertad, a pesar de que el Código Nacional de Procedimientos Penales lo prohíba. Te seguirán cobrando por las copias de tu carpeta de investigación porque en fiscalía “no hay papel ni tinta”. Eso sí, ahora podrás elegir a jueces previamente “seleccionados”, quizás más carismáticos y populares en TikTok, pero que jamás sabrán de tu caso, porque este seguirá siendo parte del 99% de expedientes que no se resuelven.

Nos venden una falsa idea de justicia, una que nos hace creer que ante la violencia psicológica, emocional, mediática, económica y patrimonial debemos quedarnos calladas, comportarnos o simplemente dar espectáculo. Ante este escenario, Gala no ganó. Tampoco ganaron quienes vieron el programa, ni mucho menos el país. Los únicos ganadores fueron los intereses económicos de la televisora y las marcas que ya no querían estar asociadas con un agresor.

Al final, las mujeres seguiremos siendo agredidas y esperando justicia en un sistema controlado por legisladores que anteponen sus intereses económicos y políticos, dejando de lado la realidad que millones de personas en un sistema que carece de la capacitación y recursos para protegernos de manera efectiva. Lo que sucedió en el Congreso y en la televisión no es más que una fachada. Mientras tanto, la verdadera justicia sigue siendo inalcanzable para muchas de nosotras.

Allá afuera, hay muchos agresores como Adrián Marcelo: parejas, profesores, jefes, y muy pronto, jueces legitimados por el voto popular.

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