Este año atestiguamos varios momentos donde el derecho y el género se cruzaron para evidenciar que seguimos en un sistema que perpetúa la violencia. Si bien el discurso de “llegamos todas” ha tomado fuerza, muchas antes de eso se quedaron en el camino debido a las violencias, y otras siguen resistiendo. En este contexto, es importante preguntarnos: ¿qué nos deja el 2024 en términos de justicia y género?
Tuvimos la histórica elección de una presidenta y a mujeres en cargos clave del ámbito público. Sin embargo, la narrativa no está contrarrestando las violencias que enfrentamos en la cotidianidad. Las leyes avanzan en algunos frentes, pero la vida diaria sigue marcada por desigualdades estructurales, impunidad y la normalización de la violencia hacia mujeres y poblaciones LGBTIQ+.
A continuación, algunos de los temas más relevantes que marcaron este cruce entre derecho y género en 2024:
Reforma judicial y exclusión de género
En el debate sobre la elección popular de jueces y magistrados, emerge una crítica crucial: las reformas judiciales pueden agravar la exclusión de mujeres y personas LGBTIQ+. Las barreras para acceder a cargos públicos se extienden más allá de los requisitos formales; la falta de perspectiva de género y la discriminación estructural profundizan la desigualdad. Esta reforma, presentada como un avance democrático, ignora cómo perpetúa la exclusión de poblaciones históricamente marginadas.
Además de la figura de jueces sin rostro y su impacto en las mujeres. Uno de los temas más complejos es cómo las leyes diseñadas para combatir delitos graves terminan afectando de manera desproporcionada a las mujeres, particularmente en contextos de pobreza y vulnerabilidad. Muchas de ellas son criminalizadas bajo el paraguas de “delincuencia organizada” sin un análisis contextual de las dinámicas coercitivas, roles subordinados o la violencia de género que enfrentan. Este marco punitivista las posiciona como eslabones débiles en un sistema que ignora las raíces sociales de su situación.
La violencia feminicida normalizada en los medios
La narrativa pública también juega un papel crucial en la construcción del género dentro del derecho. La Casa de los Famosos, nos mostró cómo los reality shows normalizan dinámicas de violencia emocional y feminicida, reflejando la permisividad social hacia este tipo de agresiones. Este análisis conecta con la necesidad de un marco jurídico que no solo sancione, sino que transforme las representaciones culturales que perpetúan estas violencias.
Otro ejemplo más crudo es el linchamiento en Taxco durante la Semana Santa, tras el feminicidio de una niña de 8 años. La cobertura mediática y el impacto en redes sociales estuvieron marcados por la morbosidad, la crueldad y el amarillismo, donde el dolor y la tragedia se volvieron espectáculo. Esta narrativa, lejos de exigir justicia, justificó y atestiguó el terror en lugar de cuestionar la ausencia de un sistema que garantice derechos y seguridad.
La constante justificación de la violencia y el tratamiento mediático de los feminicidios como meros eventos sensacionalistas no solo deshumanizan a las víctimas, sino que también perpetúan un ciclo de impunidad y desinterés social. La necesidad de transformar estas narrativas es urgente: no basta con sancionar las agresiones, es imprescindible construir una cultura que denuncie y desmantele las bases simbólicas que permiten estas violencias.
Las abogadas en pie de lucha
Ante la desaparición de los órganos autónomos constitucionales como el INAI, la reforma judicial y la postura punitiva del estado la figura de las abogadas feministas se posiciona como un eje central en la resistencia contra reformas judiciales regresivas. Desde la inspiración de Ángela Davis hasta las historias de mujeres en reclusión, debemos en estos momentos reconocer el poder transformador de una perspectiva crítica que humaniza el derecho penal y lo conecta con las luchas sociales.
La infancia y el acceso a la justicia
El derecho no puede desligarse de su impacto en las poblaciones más vulnerables. Lo vimos con el caso de Esmeralda en Querétaro. El trabajo con niñas, niños y adolescentes, es esencial para diseñar herramientas accesibles, que empoderen a las infancias para comprender y ejercer sus derechos. Garantizar acceso equitativo a la justicia para estas poblaciones no es solo una obligación jurídica, sino un imperativo ético.
El derecho es tanto un reflejo como un agente de cambio de las estructuras sociales. En cada uno de estos temas, el género aparece como un prisma que amplifica las injusticias, pero también como una posibilidad de transformación. Este año, la histórica elección de una presidenta y la presencia de mujeres en cargos clave han sido logros importantes, pero la narrativa no está logrando contrarrestar las violencias estructurales que se viven en la vida cotidiana.
La justicia, debe permitir construir un marco normativo y social donde todas las personas puedan desarrollar su potencial sin opresión ni violencia. Ese es el reto que debemos enfrentar desde las diferentes trincheras que el derecho nos permite.
Gracias por el espacio y especialmente gracias por su lectura, comentarios y críticas. A pesar de la vivencia digital, aquí seguiremos intentando que “todas” lleguen, no solo unas cuantas.